"Cuando oí hablar de Hamnet estaba en la escuela y estudiaba la obra de Hamlet con un profesor brillante. Nos habló de él, es mi historia preferida. Sentí que era mi hermano. El profesor explicó que Shakespeare tenía un hijo que había muerto con 11 años y que se llamaba Hamnet. Recuerdo el momento de sus palabras mientras yo con la portada del libro de Hamlet delante ponía el dedo sobre la letra L y me pregunté: ¿qué significa esto?
En la universidad empecé a apreciar hasta qué punto Shakespeare era misterioso. Tenemos su poesía, su teatro, pero pocas cosas hablan del Shakespeare hombre a pesar de los esfuerzos de los mejores académicos. Siempre me pareció que el simple hecho de haber titulado su mayor obra con el nombre de su hijo muerto, porque en la época isabelina son el mismo nombre, convierte al padre en alguien en duelo. Me fascinó esa conexión. ¿Qué significa haber hecho algo tan personal y humano así? ¿Cuál es la conexión? Ese es el motor de la novela".
Maggie O’Farrell
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