Las remeras impresas con frases llamativas son muy comunes hoy en día, compitiendo entre sí en astucia e ingenio. Una de mis favoritas dice: “Sociedad Nacional del Sarcasmo – Como si Necesitáramos tu Apoyo”. Tu elección de remera es una decisión personal de marketing. Le estás enviando un mensaje al mundo sobre quién eres y sobre cómo quieres que te vean.
Imagínate utilizando una remera adornada con tu información más personal. Todo el que te ve sabe sobre tu vida social, tus preferencias, tus mejores momentos y tus peores derrotas. Nadie utilizaría tal remera, porque hacerlo es renunciar a la privacidad, es destruir los límites sociales que necesitamos para poder experimentar y crecer.
El mal uso de Facebook es comparable a utilizar esa remera. Facebook, la plataforma social precursora que ha tomado al mundo por sorpresa, permite a sus usuarios conectarse con otros y compartir con ellos textos, enlaces, itinerarios, eventos, fotos y videos. Poner fotos de momentos privados para que todos vean, compartir con el mundo pensamientos personales sobre todos los temas y difundir preferencias a cualquiera que le interese son todos actos de exhibicionismo.
Tú eliges cómo utilizar Facebook.
Los usuarios responsables, los que cuidan su privacidad y pueden mantener los límites apropiados, pueden superar este problema. Siempre tienes que proteger tu información personal en línea, manteniendo una separación entre tu vida real y tu personalidad virtual. Facebook, que está diseñado para la revelación de información personal, es una tentación continua para exceder los límites de la privacidad. Tienes la tarea de resistir el deseo exhibicionista.
Facebook no es inherentemente bueno ni malo. No invade tu privacidad ni revela tus secretos personales. Si lo utilizas con inteligencia, consciente de que Internet no es tu diario personal y que esa información pública es, por supuesto, pública, puedes beneficiarte mucho con la experiencia. Así como un martillo puede ser utilizado tanto para golpear a alguien en la cabeza como para construir una casa, y tú eliges entre esas dos opciones, lo mismo sucede con Facebook.
El Talmud tiene un dicho relativo al daño causado por la propagación de un chisme: “Tu amigo tiene un amigo” (Ketubot 109b). Cuando chismeas con una sola persona, no le estás contando la historia sólo a ese amigo, sino a cada amigo que él tiene. Este es el peligro de Facebook. Tu historia vergonzosa es difundida entre tus amigos, que muy bien pueden transmitírsela también a sus amigos. Así, mientras el círculo de íntimos crece exponencialmente, asimismo crece el daño de cada una de tus indiscreciones.
Pero este poder también puede ser utilizado para bien. Tu historia inspiradora se difunde por la red social con la misma facilidad. Tus buenas noticias o tu idea innovadora llegan a tus amigos, que también tienen amigos. Muy pronto, la alegría y excitación habrán iluminado el día de cientos de personas, y habrán estimulado a muchas mentes pensantes. Tú eliges cómo utilizar Facebook.
La Cámara de Eco
El Talmud establece que, idealmente, en la carrera académica uno debe estudiar al menos con dos maestros (Avodá Zará 19a). Los diferentes puntos de vista ensanchan tus horizontes, forzándote a pensar cuidadosamente y evitando que caigas en la comodidad de aceptar el pensamiento grupal. Facebook, como muchos otros fenómenos de Internet y canales de noticias, pueden socavar esta actitud. Cuando nos asociamos casi exclusivamente con personas que piensan como nosotros, entramos en una cámara de eco en donde resuena el mismo único punto de vista. Nunca consideramos otros puntos de vista ni cuestionamos las ideas que se repiten constantemente a nuestro alrededor.
Cuando nos asociamos casi exclusivamente con personas que piensan como nosotros, entramos en una cámara de eco en donde resuena el mismo único punto de vista.
Facebook amplifica este problema. Compartir pensamientos, artículos, vínculos y demás dentro de un círculo social crea una envolvente comunidad virtual de pensamiento grupal. La cámara de eco es ensordecedora, pero no tiene que ser así. Para quienes están abiertos a la variedad, Facebook puede servir para el propósito exactamente opuesto.
Tu amigo tiene un amigo, y así hasta el infinito. Este principio talmúdico, que sirve como la base teórica de Facebook, puede asociarse con el consejo talmúdico de estudiar bajo múltiples maestros para crear una experiencia robusta y educacional. Cuando se cruzan círculos sociales, conoces gente de diferentes entornos y puntos de vista. Aprendes sobre las experiencias, los pensamientos e intereses de gente que piensa diferente a ti. Facebook, cuando es utilizado correctamente, es la solución para Internet. Penetra en la cámara de eco. Expande tus intereses, te enseña ideas y métodos nuevos, y te permite ver el mundo a través de otros ojos.
Internet debe basarse en una “ciudadanía virtual” responsable. Esto, ante todo, requiere vivir en el mundo real y utilizar Internet como una herramienta. Tienes que evitar el comportamiento adictivo y alejarte de lo que consideras sobre-exposición. No debes disfrutar del exhibicionismo de los demás. Ignóralo y sigue adelante. Busca conversaciones inteligentes y tópicos estimulantes. Facebook es la forma de compartir con otros lo que consideras interesante y asimismo participar de lo que ellos creen que te interesará. Para participar de la experiencia enriquecedora debes encontrar personas que tienen algo valioso para ofrecer.
Utilizar Facebook para construir en lugar de destruir requiere pensamiento y planificación. Y si bien el comportamiento responsable es algo que se aprende, quien lo domina tiene vastas oportunidades de crecimiento personal.