Palabras hebreas en la lengua española
Las aportaciones de los judíos a la cultura española son muchas y muy variadas, en diversos campos (poesía, filosofía, astronomía, matemática, cartografía, etc.). Sólo me referiré, sucintamente, a los hebraísmos incorporados en la Edad Media y que aún perduran en nuestro lenguaje cotidiano. Cabe señalar que existen más hebraísmos en el idioma de lo que la gente supone.
No es nuestro tema el de las palabras fenicias y hebreas que pasaron a través del griego y más tarde al latín desde épocas remotas. A modo de ejemplo Pedro González Blanco en “Contribución de los judíos españoles a la Cultura Universal” nos informa de los siguientes términos: hisopo, bálsamo, ébano, ciprés, Líbano, mina, acacia, aloe, bedelio, caña, azucena, jaspe, zafiro, esmeralda, esmalte, camello, tórtola, cuervo, escorpión, saco, piña, serpiente, júbilo, calamidad, etc.
Como señalamos, la intención de nuestro trabajo es hacer énfasis en los hebraísmos y voces afines que se incorporaron durante la Edad Media española.
El esquema semanal con el que nos manejamos rutinariamente tiene mucha más importancia en nuestras vidas que el calendario mensual. Si bien el esquema de la semana de siete días parece ser mesopotámico, ingresó a Europa por la vía de los hebreos. Uno de los días de la semana hasta mantiene su nombre hebreo. Se trata del sábado, incorporado del latín y éste de la palabra shabat (descanso). El esquema de un día de descanso semanal, hoy, es aceptado universalmente y proviene de la Biblia hebrea.
Con relación a esto, cito a David Gonzalo Maeso: “Respecto a la característica de los hebraísmos en la lengua española, podemos afirmar que los valores, sugerencias y evocaciones de la mayoría de los vocablos pertenecen al mundo espiritual, religioso y teológico o bien al literario, histórico e institucional a diferencia del vocabulario hispanoarábigo, de preponderante significación material, hasta el extremo que se ha dicho que no hay un solo término de este grupo, que pertenezca a la esfera del sentimiento”. De los muchos hebraísmos que han entrado en la lengua española, podríamos clasificarlos en cuatro grupos.
1) Palabras directas del hebreo incorporadas al lenguaje común y especialmente a la vida religiosa (aleluya, amén, cábala, caraíta, jebuseo, ladino, marrano, moabita, Edén, fariseo, maná, Pascuas, rabí, sábado, saduceo, sanedrín, taled, etc.)
2) Los antroponímicos hebreos bíblicos (nombres bíblicos para las personas) son numerosísimos. Además de los personajes bíblicos centrales por todos conocidos y los terminados en la partícula el -que significa Dios- como Samuel, Ismael, Gabriel, Rafael, Daniel, por nombrar algunos, indicaremos otros menos difundidos: Ana, Bartolomé, Benjamin, Bernabé, Manuel, María, Miguel, Susana, Tadeo, Tomás. A todos éstos hay que agregarles sus respectivos femeninos.
3) Existen muchas formas hebraicas incorporadas al español (al estilo de: “Rey de Reyes”, “Cantar de los Cantares”, etc.), donde el artículo antepuesto al adjetivo es una forma hebrea de construcción de frase: por ejemplo, decimos “la pequeña” al referirnos a varias hermanas. También es común hablar de un fallo “salomónico”, para dar idea de una sentencia justa, o el benjamín, al hablar del menor de los hermanos.
4) Existen palabras no hebraicas pero cuyas acepciones semánticas son tomadas del hebreo o de la Biblia. Entre ellas, destacamos ejemplos como pecado, bendecir, santo, justo, bienaventurado, bautismo, impío, hermano, terrenal, celestial, multiplicarse, Señor. Señalaos el “pan” en el sentido genérico de alimentos, etc.
Al decir de David Gonzalo Maeso, estos vocablos que están en la esfera ideológica y del sentimiento, implican una penetración más honda en el alma de los pueblos, más que los nombres de los objetos materiales.
5) Señala González Blanco, en la obra citada que en “on” terminan los aumentativos hebreos, en “on” también los castellanos.
Baste con estos ejemplos para indicar la inmensa variedad del riquísimo aporte judío a la lengua española.
Nombres geográficos
Aunque no son muchos los nombres geográficos judíos asignados a calles, zonas, ciudades, debe tenerse en cuenta el tiempo transcurrido.
Montjuich en Barcelona y Gerona; cementerios llamados “jurismendi” en Victoria, etc. Los barrios aún llamados judéría como en Córdoba, etc. La ciudad de Villajuiga, decenas de nombres como Calle de la Sinagoga, Calle de la Judería o Carrer del Call, etc.
Además de innumerables frases que recuerdan el paso de los judíos por el lugar: en “Baños judíos y tacaño-s”, en “Beja judío hasta las tejas”, en “Hervás judíos los más”.
Además existen casas cuya tradición se señala como la casa donde vivió Maimónides en Córdoba, Najmánides en Girona y Abraham Senior en Segovia. (David Gonzalo Maeso. El legado del Judaísmo Español, Ritmo Universitario, Madrid, 1972, pág. 264).
[ Fragmentos de la conferencia del Dr. Mario Eduardo Cohen, presidente del CIDICSEF, www.cidicsef.org.ar, en la Real Academia de la Historia de Madrid. - Aurora]