La Embajada de ese país en Lima ha acusado al autor de publicar “opiniones irresponsables”
“… El espanto que causa ese virus proveniente de China…” escribía el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en su columna del último domingo en este periódico, en la que criticaba duramente el sistema político de China y los esfuerzos para acallar las voces de denuncia en la primera fase de la epidemia de coronavirus en ese país. La frase —y toda la tribuna— ha causado una airada reacción en China. Además, de un duro comunicado de la Embajada de ese país en Lima, que califica el artículo de “irresponsable”, las obras del autor también parecen haber sido censuradas temporalmente.
Da igual que Vargas Llosa haya visitado varias veces China y sea un escritor muy admirado en ese país. A las pocas horas de que se conociese el contenido de su tribuna, sus obras desaparecían misteriosamente de la venta por internet. En las principales plataformas chinas de venta electrónica de libros, como Dangdangwang, la búsqueda de sus novelas arrojaba descorazonadores “no disponible” en stock propio. Tan solo aparecían algunos volúmenes disponibles en pequeñas librerías independientes. Lo mismo ocurría en Taobao, la principal plataforma del país. Al introducir los caracteres del apellido “Llosa”, como se conoce popularmente al escritor en China, apenas se obtenía algún resultado, o aparecían obras de Julio Cortázar, cuyo apellido cuenta con ideogramas similares.
Curiosamente, y en una aparente demostración de que la censura se había impuesto a toda prisa, la búsqueda por el nombre completo, en caracteres chinos, del Nobel de Literatura sí arrojaba algunos resultados más y permitía adquirir en Taobao obras como La tía Julia y el Escribidor o las Cartas a un Joven Novelista.
La escritora y activista tibetana Tsering Woeser fue una de las primeras en dar a conocer públicamente el boicot, y anunciaba desde su cuenta de Twitter que se había apresurado a comprar tres novelas del escritor hispano-peruano antes de que desaparecieran.
El hijo del novelista, Álvaro Vargas Llosa, respondía a una admiradora que le alertaba de la censura desde China en un tuit: “Gracias. Recuerdo bien el impresionante recibimiento del público y los escritores chinos en uno de los viajes que hicimos juntos allí. Nada de lo que haga Pekín mermará el cariño de mi padre, a quien he transmitido la información, por los lectores, escritores y editores chinos”.
Vargas Llosa queda incluido así en la lista, cada vez más larga, de autores y productores culturales o deportistas internacionales que durante un periodo más o menos extenso de tiempo han soportado el boicot oficial chino tras haber hecho pública alguna idea contraria al discurso oficial. Eso incluye desde al actor Brad Pitt tras protagonizar Siete Años en Tíbet hasta, hasta más recientemente, al futbolista alemán de origen turco Mesut Özil por pronunciarse en defensa de la minoría uigur en Xinjiang.
En su comunicado, la embajada china en Lima acusa al autor de Conversación en la Catedral de haber escrito en su artículo una “serie de críticas absurdas y sin fundamentos contra China”, y lanza una encendida defensa de la respuesta del país a la epidemia de coronavirus cuyos primeros casos se detectaron en Wuhan en diciembre. El 20 de enero, Pekín reconoció el contagio entre seres humanos y el 23 de ese mes impuso una cuarentena sobre la ciudad que se acabaría extendiendo a toda la provincia de Hubei y, en menor grado, a muchas otras zonas del país.
“El pueblo chino también ha demostrado su gran sentido de responsabilidad y disciplina, haciendo grandes esfuerzos y sacrificios, para encerrar el virus en su epicentro, ganando tiempo para que los otros países se preparasen. En este momento, la epidemia en China está prácticamente controlada”, apunta la Embajada. “Si el Sr. Vargas Llosa como figura pública no está dispuesto a colaborar (en la lucha contra la epidemia), al menos que no difunda opiniones irresponsables y prejuiciosas que no sirven para nada”, agrega.
Especial irritación les merece la frase arriba mencionada. Decir que el virus era “proveniente de China” se ha convertido en un absoluto tabú para un Gobierno, el de Pekín, que ha emprendido una importante campaña para cambiar la narrativa internacional sobre el papel de China en la pandemia: de ser el lugar donde se detectaron los primeros casos y estalló el problema tras intentar silenciarlo, a ser un Estado responsable que ha sabido imponer medidas con decisión, ha podido resolver su crisis y ahora contribuye a ayudar al resto del mundo. “La Organización Mundial de Salud (OMS) expresó claramente que no se ha logrado identificar el origen del Covid-19 hasta el momento. Por tal motivo, se deben evitar las expresiones discriminatorias y difamatorias relacionadas con un determinado país o región. En base a eso, consideramos que la expresión ‘ese virus procedente (sic) de China’ en dicho artículo es inexacta”.