¡Oh mar sin olas conocidas,
sin "estaciones" de parada,
agua y luna, no más, noches y noches!
... Me acuerdo de la tierra,
que, ajena, era de uno,
al pasarla en la noche de los trenes,
por los lugares mismos y a las horas
de otros años...
- ¡Madre lejana,
tierra dormida,
de brazos firmes y constantes,
de igual regazo quieto
tumba de vida eterna
con el mismo ornamento renovado- ;
tierra madre, que siempre
aguardas en tu sola
verdad el mirar triste
de los errantes ojos!-
... Me acuerdo de la tierra
- los olivares a la madrugada-,
firme frente a la luna
blanca, rosada o amarilla,
esperando retornos y retornos
de los que, in ser suyos ni sus dueños,
la amaron y la amaron...
* Juan Ramón Jiménez
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