Se nos ve la cara PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL ¿Se acuerda de la primera mascarilla que compró? Yo sí. A lo mejor acaba siendo una de esas cosas de las que nos acordamos toda la vida. Las mías fueron unas mascarillas de algodón chinas. Las pedí por Amazon porque no quedaban en ningún sitio, igual que la pasta, el arroz y el papel higiénico. El pedido tiene fecha del 19 de marzo de 2020 y llegaron a mediados de abril, un plazo de entrega que en cualquier otra circunstancia habría sido inaceptable. Recuerdo que pensé que era un desperdicio, porque a saber dónde habría quedado la pandemia para entonces. Pero bueno, por si acaso esto se prolonga… Compré dos packs de tres mascarillas cada uno a un vendedor llamado CABAX-Direct que estaba en China. Me costaron en total, atentos, 43,76 dólares. Un timo, sí, pero al menos era mi dinero, no el de todos los madrileños. Todavía las tengo. Han pasado más de dos años y millones de muertos desde aquellos días. Desde hoy, las mascarillas dejan de ser obligatorias en espacios interiores en España. Aquí tiene el BOE calentito y aquí tiene un resumen de las excepciones. El poder simbólico de quitarse la mascarilla es enorme. Estamos cerca del final. Las fotos con mascarilla nos recordarán siempre lo que hemos vivido. Se nos ha metido tanto en la cabeza que escucho a mucha gente a mi alrededor decir que la piensan seguir llevando en según qué situaciones. Quién sabe, quizá acabe siendo un producto de higiene más, con su propio encaje social. “El destape”, lo llama Sergio del Molino. En su columna, afirma que es como recuperar la condición de adulto. “Yo no celebro este destape, al que me uno con alegría, sino algo mucho más sutil y, por ello, más importante: la recuperación de la mayoría de edad. Por primera vez desde que vino la peste, la responsabilidad individual suena con el sentido ético y filosófico fuerte que le habían robado. Ya no se invoca en tono de regañina, como la madre que le dice al hijo: tú verás (y, afirmándole el libre albedrío, se lo niega). No se hablaba de la responsabilidad individual como la constatación de la libertad del individuo que asume las consecuencias del uso de esta, sino como amenaza”. Lea aquí la columna: El día del destape. La escritora Amanda Mauri reflexionaba hace poco sobre todos los significados de llevar la cara cubierta: “Podríamos pensar que evitar la vulnerabilidad nos hace más fuertes, o más libres en nuestras relaciones. Pero nada más lejos. Este ocultamiento nos distancia a los unos de los otros, nos impide conectar con lo desconocido, nos blinda ante las impresiones y percepciones de los demás, y, por tanto, nos hace emocionalmente más pobres, menos capaces de asimilar y entender nuestros propios sentimientos. El rostro es un lugar de encuentro, pero no está abierto sólo al sufrimiento y a la violencia que el otro nos pueda infligir, sino también al cariño, al amparo, al entendimiento”. Lea su tribuna: Mascarillas y monstruos. Y un editorial de EL PAÍS celebra hoy el levantamiento de la medida, pero recuerda que sigue habiendo colectivos vulnerables que requieren de la prudencia de todos. “El avance hacia la plena normalidad tan deseada ya está aquí, pero acompañado de la máxima seguridad posible, en particular en las franjas de población más vulnerable”. Léalo aquí: Casi adiós a las mascarillas. Aparte, quisiera dejar claro a todos nuestros lectores en el mundo del espionaje que ninguno de los artículos de Opinión de este miércoles apoya la independencia de Cataluña. Aquí están: FIRMAS INVITADASManuel Cruz Se ha desatado una descontrolada lucha por la vida en el espacio de la comunicación que ha dado lugar al surgimiento de algo que hasta ahora estaba en estado de latencia: el declive del corporativismo periodístico Sandra León La mayor novedad del nuevo tiempo político para el PP no es haber resuelto el dilema sobre qué hacer con Vox, que sigue ahí, sino un nuevo reparto del poder interno que puede complicar la gestión de esa cuestión Antonio Elorza Se está produciendo un retroceso hacia formas de poder totalitarias. La amenaza es inminente en Francia. Puede serlo aquí con Vox NUESTROS COLUMNISTASNadie ha tirado las mascarillas al aire, como los birretes de los estudiantes en una graduación, quizá porque no se aprecia ese final. Por Sergio del Molino El mismo derecho que tiene el futbolista a ser empresario y modernizar competiciones, lo tienen los participantes de esas competiciones a que él no las juegue. Por Manuel Jabois Las redes son el fondo norte y el sur, el graderío y el griterío infinitos, un lugar desde donde solo se ven las faltas del contrario. Por Pablo Ordaz Mientras Bolsonaro esté en el poder, las probabilidades de que la humanidad controle el calentamiento global disminuyen a cada minuto. Por Eliane Brum Siempre he pensado que, cuando uno se hace viejo, la naturaleza le incorpora un chip de aceptación. Al actor no le pasó. Por Leila Guerriero LOS EDITORIALES DE EL PAÍSEl Gobierno debe ofrecer explicaciones sobre la vulneración de derechos fundamentales a líderes independentistas Dos años después de la aparición del virus, España se acerca a la antigua normalidad son descuidar la seguridad de los más vulnerables LA OPINIÓN DE LOS LECTORESFrancisco Gámiz, de Loja (Granada), sugiere que tratemos a los refugiados con respeto, mejor que con tolerancia: “Con la llegada de refugiados ucranios a nuestro país, no dejo de escuchar la palabra “tolerancia” por todas partes. Es entonces cuando recuerdo a una profesora de universidad que insistía continuamente en que, mientras existiera la palabra “respeto”, evitáramos pedir tolerancia. No hay nada que tolerar. No son menos que nosotros, sino nuestros iguales. Respetémoslos”. La dirección para escribir en esta sección es cartasdirectora@elpais.es FLAVITA BANANA
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