La “dictablanda” de Primo de Rivera llevaba tiempo haciendo aguas, y tras algunos éxitos iniciales como la victoria en la guerra de Marruecos, pronto se vería lo frágil que era la estabilidad del régimen. A pesar de la buena coyuntura de los felices años `20, que favoreció la situación financiera, la oposición aumentaba constantemente llevándose a cabo incluso intentos de golpes de estado. El rey, que ya no confiaba en el Marques de Estella, lo destituyó y puso en su lugar al general Dámaso Berenguer. Todo esto ocurría a principios de 1930, pero el cambio de Presidente del Consejo de ministros no suponía un cambio en absoluto. Por ello en agosto de ese mismo año se reúnen los principales líderes opositores y algunos intelectuales en San Sebastián con la intención de buscar una salida.Se producen negociaciones y se llega al acuerdo de formar un Comité Revolucionario que organizaría y dirigiría la insurrección, instauraría la república y convocaría elecciones constituyentes. También se acordó que el golpe de estado se llevaría a cabo el 15 de diciembre, pero el capitán Fermín Galán lo haría el 12 en Jaca fruto de una confusión. Tras enterarse de este levantamiento la CNT convocó la huelga general que lo sería en Cataluña, pero no en Madrid donde se sentirían traicionados por la UGT (el mayor sindicato de la capital) que no la convocó. Tres días después se produjo en Madrid otro foco de revolución con la toma del aeropuerto de Cuatro Vientos, desde donde hicieron despegar aviones que lanzaron manifiestos llamando al “levantamiento nacional”. Esta rebelión también fue un fracaso ya que el pueblo no reaccionó y los socialistas fallaron nuevamente al no convocar la huelga general que debían. Ese mismo día fueron arrestados los líderes del Comité Revolucionario.
Berenguer vio una posible salida en la convocatoria de elecciones para la formación de Cortes, pero al rehusar a presentarse los líderes de los principales partidos, dimitió en febrero. De repente, comienzan a desarrollarse los acontecimientos vertiginosamente, en marzo fueron levados a juicio y absueltos los miembros del Comité Revolucionario. Alfonso XIII nombró un gobierno compuesto por liberales y conservadores, y presidido por el Almirante Aznar, eran viejas glorias de la política como el Conde de Romanones. Éste último concibió la idea de convocar elecciones municipales creyendo que le favorecerían pero no fue así debido a la mayor abstención de los dudosos que beneficiaba al movilizado bloque republicano. Se convocaron las elecciones para el día 12 de abril.
La campaña electoral parece calmar un poco la situación, republicanos y socialistas van formando coaliciones para las elecciones en diferentes municipios. Les dieron el aspecto de un plebiscito entre monarquía y república, centrándose principalmente en la división de los partidos en dos bloque, el monárquico (conservadores mayormente) y el bloque republicano-socialista (socialistas, liberales, nacionalistas, monárquicos desencantados…). El resultado de las elecciones es incierto, ya que si bien los monárquicos tuvieron mayor número de concejales, estos fueron la mayoría en el ámbito rural donde el voto podía estar condicionado por algún cacique. Por su parte, los republicanos ganaron en 41 de las 50 capitales de provincia donde se pensaba que el voto era más libre. La inacción de los monárquicos dio a los republicanos la oportunidad de dar un golpe de efecto y el día 14 se comienza a proclamar la república en distintos puntos de la geografía española.
En Madrid, los miembros del Comité Revolucionario arropados por las masas entran ese mismo día 14 en el edificio de Gobernación. Formaron un gobierno provisional presidido por Alcalá Zamora y se repartieron las carteras ministeriales. Este nuevo gobierno, lo haría por decreto abordando varias reformas como en el ámbito militar, agrario, educativo y religioso.
Además el gobierno carecería de Parlamento hasta las elecciones constituyentes que se celebrarían en junio.
Nacía así la II República, pero tras la tormenta no llegaría la calma.
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