- Tras el fracaso de la insurrección de Prats de Molló, el líder de Estat Català se refugió también en la capital belga
La presencia de Carles Puigdemont y sus cuatro exconsellers en Bruselas evoca las estancias de otros ilustres catalanes en la capital belga en condición de exiliados. Desde el pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, entre 1907 y 1908, hasta el coronel Frederic Escofet, responsable de los Mossos d’Esquadra, o el poeta Josep Carner, ambos tras la Guerra Civil. Pero la figura más emblemática que pasó por Bruselas fue el Francesc Macià, hace ahora 90 años. Allí vivió hasta tres exilios, entre principios de 1927 y febrero de 1931.
Después del golpe de Estado de Primo de Rivera, en septiembre de 1923, Francesc Macià, fundador de Estat Català y diputado en Cortes, se exilió a Francia, instalándose en Bois-Colombes, cerca de París. Desde allí planificó una acción armada para invadir Catalunya, pues creía que era la única forma de lograr la independencia. Lo intentó el 2 de noviembre de 1926 a través de Prats de Molló con la ayuda de otros exiliados y mercenarios italianos.
Nada más llegar a Bruselas, en febrero de 1927, Macià tuvo que pedir dinero a los catalanes de Amèrica
La insurrección fue un fracaso militar en toda regla, pero supuso un éxito propagandístico. Fue detenido por la gendarmería, junto con Ventura Gassol, Carner-Ribalta, Bordas de la Cuesta, Martí Vilanova, Jaume Miravitlles y otros exiliados, y encarcelado en Perpiñán. Más tarde fue trasladado a la prisión de La Santé, en París, y se abrió un proceso judicial que tuvo gran eco en la prensa internacional. Finalmente fue condenado a dos meses de prisión por tenencia de armas y expulsado de Francia. Es entonces cuando se refugia en Bruselas, gracias a la presencia allí de Jaume Mir, un catalán de Martorell laureado en la Primera Guerra Mundial por su labor como espía.
Antes que Macià llegaron a Bruselas algunos de los voluntarios catalanes detenidos en el complot de Prats de Molló. No lo tuvieron fácil pese a la ayuda inicial en ropa y alimentos del Ayuntamiento belga. Francesc Català i Serra, de Ripoll, es uno de ellos y falleció a los pocos meses de tuberculosis. El propio Macià, nada más llegar, en una carta de 6 de febrero de 1927 explica a los amigos catalanes de América su precaria situación: “ De Catalunya ens han vingut tan pocs diners que fa pena només pensar-hi”.
Los exiliados percibían que el drama está en el interior de Catalunya y que sus directrices no son escuchadas
Macià se instaló los primeros días en una pensión y más tarde en un apartamento de la calle Frédéric Pelletier, 44. A punto de cumplir 68 años, empleó los primeros días en recuperarse de los achaques de salud provocados por las humedades de La Santé, pero pronto volvió a la actividad y decidió que lo mejor era internacionalizar el conflicto catalán. A finales de 1927 se embarca junto con Ventura Gassol, su secretario y futuro conseller de Cultura, hacia Uruguay. Su intención es ir a Argentina, pero la justicia no le acepta el pasaporte librado por Bélgica, gracias a las gestiones de Emile Vandervelde, presidente de la Internacional Obrera y Solidaria. Es detenido siete días en Buenos Aires hasta que sus abogados logran la libertad. Tras siete meses en Argentina y un paso fugaz por Chile se dirige a La Habana, donde se constituye en octubre de 1928 el Partit Separatista Revolucionari de Catalunya. En ese encuentro se aprueba el redactado de la Constitución Provisional de la República Catalana, que entre otras cuestiones adopta la estelada como bandera nacional.
De regreso a Europa, Macià no puede entrar ni en Francia ni en Suiza y tiene que volver a Bélgica. Aparecen entonces divergencias sobre la estrategia que seguir en Catalunya, en pleno debate también sobre la conveniencia de convocar una huelga general. En febrero de 1929 lanza desde Bruselas la proclama Al poble de Catalunya.
Al año siguiente funda el Casal Català de Bruselas, que aún se mantiene vivo. Otra de sus propuestas es la constitución de “un comité de los hombres más representativos”, cuya finalidad es “organizar el alzamiento de Catalunya”. Ramon Fabregat, en Macià. La seva actuació a l’estranger, publicado por Edicions Catalanes de Mèxic en 1952, señala: “Es en el interior donde se juega el gran drama, y los de allí ya no atienden directrices que les vengan de fuera (…) Macià, hombre de fina percepción, se da cuenta y se adapta”. En 1930 regresó a Catalunya, pero fue detenido y retornado a Bélgica. No será hasta el 22 de febrero de 1931 cuando podrá regresar con una amnistía. No habían pasado ni dos meses cuando el 14 de abril, tras el triunfo en las elecciones municipales, Macià proclamaba desde la plaza de Sant Jaume la “República Catalana dentro de una Federación de Repúblicas Ibéricas”. Tres días más tarde aceptó convertir la República Catalana en la Generalitat de Catalunya, un gobierno autónomo dentro de la república española
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