Introducción
La educación ha
sido desde siempre un poderoso instrumento para la construcción,
establecimiento y consolidación de
cualquier ideología y régimen
político. De esta premisa se
desprende el gran interés que tiene este tema dentro del estudio de la II
República española. La supresión de la enseñanza religiosa que se intentó
llevar a cabo durante la misma, junto con la eliminación en sus locales de
cualquier símbolo religioso, constituyeron los signos externos más evidentes de
la implantación del laicismo en la escuela. Su base ideológica se cimienta
sobre la defensa de la libertad individual y el respeto a la conciencia del
niño que nadie puede intentar subyugar. Su base histórica, la necesidad de
romper la línea tradicional de nuestra educación representado por el predominio
de la Iglesia católica, la cual servía de base política e ideológica para el
poder constituido, y así crear la posibilidad de cimentar la democracia sobre
unos valores éticos que esta nueva escuela ha de transmitir. Pero esta reforma
pretendía trastocar los elementos éticos que habían conformado el entramado
social durante siglos y que representaban el punto de apoyo más sólido de los
poderes constituidos, por lo que sufrió los más duros ataques de aquellos que
veía en él triunfo de la reforma el fin de sus privilegios. Si primero el
ataque se centró en el dominio de la enseñanza pronto desembocó en el terreno
de la política hasta determinarse como uno de los elementos básicos de la
desaparición de la propia República democrática. Será por esta identificación
generalizada de Laicismo con la República que su implantación en la escuela
primaria será fuertemente impulsada a la vez que se chocara con la más firme
oposición de todo el sector católico de la sociedad. Educadores, políticos,
pueblo... hicieron del crucifijo en la escuela un símbolo. El símbolo de la
permanente lucha entre la España católica, tradicional y conservadora contra la
España laica, renovadora y liberal. En el contexto Europeo, el laicismo surge
como reacción contra el control ejercido en la enseñanza por las ordenes
religiosas, en especial la Compañía de Jesús. La primera afirmación oficial de
laicismo vendrá de manos de la Revolución Francesa. La escuela laica española
de la República no puede ser entendida sin los postulados que dieron nacimiento
a la revolución de 1868 y sin el papel que, junto a los gobiernos monárquicos
que habían de sucederla, ejercieron los hombres que se movían en el entorno de
la I.L.E. Segismundo Moret, José de Canalejas, Rafael de Altamira mantendrán,
permanentemente, la influencia de Giner ante los poderes públicos.
Los sucesos
revolucionarios del siglo XIX español tuvieron como objetivo el desarrollo de
una nueva sociedad en la que la pujante burguesía pudiera garantizar sus
derechos e intereses. Y para ello, uno de los enemigos a batir era la Iglesia,
rica y poderosa. Por otra parte, durante el siglo XIX se dieron algunos cambios
en la concepción de la Infancia y de la enseñanza; es el siglo en que aparecen
en todo el mundo los sistemas
nacionales de escolarización. Aquí tenemos
la figura del español Francisco Giner de los Ríos, que estableció unas
ideas pedagógicas que fueron la base para la ampliación de la educación
secundaria a toda la población.
La sociedad española volvió sus
ojos hacia la instrucción de las clases populares, por distintos motivos. Los
obreros porque la educación podía convertirse en un instrumento de transformación
social. Los sectores privilegiados - y la Iglesia -, en cambio, para asegurar
el sistema social en el que reinaban. Pero todos compartían la confianza en
capacidad de la educación para crear un tipo u otro de sociedad, de acuerdo con
sus intereses
La constitución de 1812 alejó a
la Iglesia de la enseñanza nacional, que se reservaba exclusivamente a los poderes públicos, y establecieron que
instrucción debía estar en consonancia con la religión católica. Los gobiernos
liberales de la primera mitad del siglo XIX se preocuparon de la secularización
de la enseñanza y de su mejora, creándose las Escuelas normales y de
inspección, si bien la mayor parte de la legislación que aprobaron no se llevó
a la práctica. Por el contrario los gobiernos conservadores devolvían a la
Iglesia sus poderes sobre la educación nacional. La principal medida de la
política educativa decimonónica fue la Ley de Moyano de 1857, que sentó las
bases del sistema educativo público y estableció la escolarización obligatoria
y gratuita de 6 a 9 años. La radicalización de las exigencias de las clases
populares en 1868 y la instauración de la Primera República fueron un fuerte
golpe para el poder económico social de la Iglesia. Por los que se refiere a la
enseñanza, en primer lugar el Estado pretendió hacerse cargo del sistema
educativo, enfrentándose seriamente con la Iglesia. En segundo, por primera vez
se hablaba de democracia y, por tanto, de una educación nacional, que creara un
sentimiento de unidad en el país y que
llegara a todos los españoles. Además, la democracia suponía el acceso de la
mujer a la instrucción, lucha en que destacaron figuras como Fernando de Castro
o Concepción Arenal y que fue obstaculizada seriamente por la resistencia que
presentó buena parte de la sociedad. A pesar de que se aprobaron diversa
medidas innovadoras, no hubo tiempo ni tranquilidad para reformar el sistema
educativo. La burguesía entendió, tras la revolución de 1868, que los enemigos
ya no eran la Iglesia y la nobleza, sino los obreros. Así la Restauración se
fundamentó en la alianza entre el trono, el sistema político del turno y el
altar. Uno de los beneficios que extrajo de la Iglesia fue el control de la
enseñanza. El decreto de 1875 del ministro Orovio estableció que la religión y
la monarquía eran los principios básicos que debía regir la educación nacional.
La Constitución de 1876 consagra la libertad de enseñanza, favoreciendo la
apertura de centros privados confesionales. Hasta 1881 no fue derogado el
Decreto anterior, abriéndose un fructífero período de colaboración entre el
gobierno y la ILE,
como veremos más adelante. Estos fueron los años en que se celebraron los
Congresos Pedagógicos (1882-1892), donde se debatieron los problemas de la
enseñanza en España.
La Tarea docente de la Iglesia
se había fundamentado hasta entonces en el deber de apostolado y, en el caso de
la educación popular, en la caridad. Sin embargo, durante la Restauración hizo
su aparición el catolicismo social, debido al nuevo fenómeno del proletariado y
a su alejamiento de la religión. De todas maneras, la Iglesia continuó
dedicándose con especial interés a la educación de las clases altas y de la
burguesía. La enseñanza le reportaba pingües beneficios y una importante
ascendencia sobre la sociedad, además de prestigio. Por un lado se procuraba el
apoyo de la burguesía, mientras que por otro se aseguraba el adoctrinamiento de
las clases obreras.
También el Estado se preocupó de
fortalecer la educación de las clases a las que representaba, en perjuicio de
la enseñanza popular. Este desinterés provocó altas tasas de analfabetismo así
como el incumplimiento de las mínimas condiciones adoptadas por la legislación
liberal, por lo que el panorama educativo a fines de siglo es bastante
preocupante. El nuevo siglo trajo algunos cambios. Tras el desastre de 1898, el
regeneracionismo de Joaquín Costa difundió la confianza en la capacidad de la
educación para transformar el país, “ la superstición pedagógica” en palabras
de Esteban Medina, una idea que ya antes era compartida por muchos, pero que
entonces impregno a la sociedad. La situación de la educación y de la labor
docente de la Iglesia se modificó un tanto con los gobiernos liberales de
principios de siglo, que trataron de implantar un tímido neutralismo. Por otro
lado, se instalaron en nuestro país números eclesiásticos de las últimas
colonias del imperio y de Francia y Portugal, emigración que el gobierno
liberal de Canalejas trató de contener. Por otra parte, la creación del
Ministerio de Instrucción Pública en 1900 y de la Dirección General de Primera
Enseñanza en 1911 permitió la participación de hombres de la talla de Rafael
Altamira en la política educativa de estos años. Gracias a ello, así como a una
coyuntura económica favorable, mejoró la situación de la enseñanza en España.
Pocos años después comenzaron a funcionar instituciones de gran importancia
educativa inspiradas en los ideales de la ILE, como la Junta de Ampliación de
Estudios, la Residencia de Estudiantes, etc.
El golpe de septiembre de 1923
inauguró una nueva actitud del gobierno y de la Iglesia ante la educación. La
Dictadura de Primo de Rivera entregó a las autoridades eclesiásticas el control
de la enseñanza nacional, descuidando en gran medida sus obligaciones al
respecto. Por una lado, se permitió que aumentara el número de ordenes
religiosas dedicadas a la docencia, las cuales se solían asentar en las zonas
más ricas y en las poblaciones más importantes, donde los beneficios que le
reportaba la enseñanza eran mayores. Por otro, se le concedió a la Iglesia el
derecho de inspeccionar la enseñanza
pública, para velar por la pureza de los valores morales que en ella se
transmitían. En segunda enseñanza destacó la aprobación de un nuevo plan de
estudios, el Plan Callejo de 1926, en que se declaraba obligatoria la
asignatura de Religión. Precisamente el caso de las universidades católicas, a
las que se reconoció oficialmente, fue uno de los motivos de conflicto entre
los intelectuales y el régimen. Los católicos amenazaban con derribar al
gobierno antes de permitir que la escuela pública del Estado, pudiera
convertirse en una escuela laica. El avance liberal al respecto, desde 1876, se
ha limitado a conseguir la aplicación de la Constitución y el consiguiente derecho al respeto a las minorías. Tras la
huelga revolucionaria del 17 y la subsiguiente dictadura de Primo de Rivera la
presión de la Iglesia sobre la enseñanza oficial seguía siendo determinante. La
I.L.E., por su parte, seguía formando a sus hombres en el espíritu laico. 1931
contemplará, pues, dos posiciones claramente definidas. Los poderes
constituidos, Iglesia y Monarquía, defenderán por todos los medios su control
sobre la educación. Toda la oposición republicana será unánime en la necesidad de
secularizar la escuela. Tras el triunfo de las tesis republicanas el 14 de
abril de 1931, la conjunción
republicano-socialista se propone llevar a la práctica el ideario que les es
común. En el campo de la educación su afirmación laica será inmediata. Es por
ello por lo que el 9 de Mayo de 1931, todavía no cumplido el primer mes de la
implantación del nuevo orden político, la Gaceta de Madrid publica un decreto
que a propuesta de Marcelino Domingo, ministro de la Instrucción Pública,
firmará Niceto Alcalá Zamora como presidente del gobierno provisional, en el
que se iniciará el proceso hacia la consolidación de la escuela pública laica.
La política
republicana no tuvo durante el lustro 1931-1936, un desarrollo lineal. Hay tres
momentos claramente diferenciados con hechos y situaciones bien distintas, que
han merecido un juicio categórico para la mayoría de los historiadores. El
equipo gubernamental se empleo, desde abril de 1931, en el desarrollo de un
programa parcialmente delineado durante los meses de la Monarquía pero también
tomando como referencias las aportaciones del partido socialista y los grupos
que le apoyan. De las tres etapas republicanas, “ de las tres Repúblicas de la
Segunda República española”, es el
primer bienio él mas creador, incluso podríamos decir que es el único en el que
se producen las más importantes resoluciones educativas del régimen. El segundo
bienio tiene un aire revisor, de liquidación o freno de la obra emprendida; el
último tramo, a raíz del Frente Popular (febrero de 1936), tiene un sentido mas
bien testimonial aunque se nota un intento mas radicalizado por volver a los
objetivos de 1931. Pero la proximidad de la guerra frenará estos intentos y
disolverá las voluntades en un estado predilecto que ya no podría superarse.
En 1931, el nuevo regimen político nacido del
pacto entre republicanos y socialistas aborda un ambicioso programa que
pretendía grandes cambios dentro del país, lo que conduciría a solucionar el
gran problema socioeducativo español. Pero para comprender todo el proyecto que
se comienza y los cambios que se produciran, tenemos que detallar sus raices
ideologicas y ver las lineas de influencia más acusadas, las cuales se pueden
ver en los siguientes 6 puntos.
1- Destacamos primero todo el
programa del socialismo histórico, expresado institucionalmente en los
congresos del partido. Efectivamente, desde 1888, en que se celebra el primero,
hasta las vísperas republicanas, son doce los congresos celebrados. En todos
ellos hay referencias concretas sobre la educación, aunque afectadas por la
debilidad orgánica de una entidad naciente. Pero hay constantes que no se
perderán a pesar del transcurso de los años: educación integral, abolición de
las desigualdades sociales... Habrá que
llegar, no obstante, a 1918 para que una ponencia presentada por una entidad
cultural adherida al socialismo, la escuela nueva, represente el despegue de
las preocupaciones educativas. El autor de la ponencia fue Lorenzo Luzuriaga,
un hombre clave para entender el cruce de tendencias e ideas dominantes en el
ámbito pedagógico durante el primer tercio del siglo XX. Las preocupaciones
educativas del partido crecen según se va afianzando su implantación en el
país. Y a ello no será ajena la acción bienhechora de su líder más carismático,
Pablo iglesias, como conductor de unas masas proletarias cada vez más presentes
en la vida nacional. En 1928, el XII Congreso expresa su convencimiento y su fe
en el importante papel que ha de jugar la educación en la movilización social de las clases productoras. Una ponencia pide
al Comité Nacional que organice cuanto antes una conferencia para tratar
serenamente todos los aspectos de este problema. Al pie del escrito figura un
nombre que será capital en el futuro: Rodolfo Llopis.
2- Otra importante aportación es la
Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876, tras una serie de intentos
frustrados por los avatares de su tiempo. La ILE, con base Krausista, significo
el menos en sus orígenes, la bandera de enganche de buena parte de la
intelectualidad liberal de la época. Como disidentes de la Restauración, como
lideres de un movimiento secularizador de la vida española, como herederos
directos de un liberalismo ilustrado típico representante de la izquierda
burguesa, dieron sentido a las principales reformas educativas afrontadas en
España durante mas de medio siglo. Suya
fue la fe ciega en el poder de la educación como instrumento de cambio social y
suyas fueron las mejores propuestas de reordenación del sistema educativo, bien
en discursos y coloquios mantenidos en sus locales madrileños del paseo del
Obelisco. La riqueza de su bagaje técnico-pedagógico, en permanente conexíon
con las mejores corrientes pedagógicas del momento, el sentido revisor y
crítico que imprimieron al discurso tradicional de la pedagogía española, son
otras de sus constantes. Diversos gobiernos liberales hicieron suyas parte de
las propuestas institucionales y las incorporaron a sus programas. La ILE
siempre se proclamo neutral, especialmente ante la educación, la ciencia y la
cuestión religiosa, y esto le valió la animosidad de muchos sectores sociales.
En el fuego cruzado de simpatizantes y detractores, los hombres de la
Institución fueron capaces de crear un pensamiento educativo propio que
armonizo la tradición y la modernidad, buscando sobre todo la reforma social a
través de la reforma pedagógica. Así no es de extrañar que el pensamiento pedagógico de la ILE fuera el
soporte ideológico mas utilizado por los dirigentes republicanos del primer
bienio. Pero habría que subrayar fueres discrepancias en determinados momentos;
ello no invalida la proximidad afectiva de aquellos hombres con respecto a
muchos de los nuevos responsables políticos.
3- Dos grandes acontecimientos
educativos europeos hay que citar obligadamente, como parte de esas raíces de
las que el gobierno republicano toma referencias para su trabajo. El primero de
ellos se refiere al movimiento pedagógico de la
“ Educación nueva” surgido en los principales países y cuyos autores
llenan la nomina de los pensadores más relevantes. Kerschenstein, Montessori,
Decroly, Claparède, Ferrière, el norteamericano Dewey y tantos otros son
apellidos que cubren con sus investigaciones la nueva pedagogía. Las
principales reformas educativas que se acometen en Europa entre 1910-1930 están
promovidas o influidas por el pensamiento de estos autores. La ILE, en su
esencia, había sido un precedente de este movimiento y su programa se conecta
con las líneas básicas de los reformadores europeos.
4- En la década de los 80 en
Francia, Jules Ferry publica una obra que en muchos aspectos recuerda los
proyectos pedagógicos formulados, pero incumplidos por la Revolución iniciada
en sus países en 1789, llamando la atención de los gobernantes españoles. Azaña
no ocultara su atracción hacia ese periodo y mucho menos los harán otros
responsables del ministerio de Instrucción, Llopis entre ellos. Efectivamente,
el gran esfuerzo francés por lograr la escolarización, establecer la gratuidad
y el laicismo en la enseñanza, democratizar los centros, normalizar las
titulaciones de los enseñantes, etc. atrae
el interés de los gobernantes de Madrid, quienes aspiran a imprimir un
sesgo similar a sus trabajos.
5- Hay un elemento comun en el lenguaje de los
nuevos responsables del ministerio y es el carácter revolucionario que querian
dar a su obra, yendo más allá del simple cambio
del modelo educativo precedente. Asi se toma la conciencia crítica
acerca del papel de la escuela y la educación en la sociedad española de la
época. Es obligado citar en este punto la conferncia de Ortega y Gasset en
1910, en la Sociedad “El Sitio” de
Bilbao, donde conceptúa la educación como un hecho social y la pedagogía como
la ciencia de transformar las sociedades; por consiguiente, toda revolución
política es, ante todo una revolución educativa. Asi se entiende que la gran
batalla republicana fuera la de ganar la escuela y los maestros, como parte
fundamental en el proceso de asentamiento del nuevo régimen.
6- Uno de los términos más utilizados por los
legisladores republicanos desde su llegada al poder era el de “ escuela única
”. El caso es que muy pocos conocían con detenimiento el verdadero significado
de dicha expresión. Reduciendo el análisis a sus aspectos más significativos,
la escuela unificada equivalía ante todo a una articulación global del sistema
educativo, desde las escuelas maternas hasta la universidad, estableciendo un
sistema gradual de promoción del alumno sobre la base de su inteligencia y no
por su pertenencia a una clase social determinada. Asimismo otras de sus notas
eran la neutralidad confesional e ideológica, la coeducación, la gratuidad y la
obligatoriedad a lo largo de todo el proceso educativo. En una segunda acepción
posible, dicha modalidad organizativa representaba también el monopolio estatal
o, al menos, una estratificación del sistema, la reduccion de la libertad
privada para enseñar y él controla ideológico y político del sistema docente.
Si el primer ministro de Instrucción Pública,
Marcelino Domingo, encarnaba el espirítu de renovación pedagógica latente en
buena parte del magisterio español, de donde procedía, su sucesor en el cargo,
el socialista Fernando de los Rios, representaba el compromiso entre la
urgencia de potenciar la elevación cultural de las masas a la vez que la
oportunidad de aplicar esquemas educativos de talante algo elitista, como eran
los de la ILE, a la que pertenecía. Un tercer hombre, dentro de este crítico
primer bienio republicano, Rodolfo Llopis, director general de Primera
Enseñanza, parecía aunar las diveresa tendencias bajo la aparente coincidencia
de la " escuela única ". Su pretendida revolución pedagógica le
convirtió en una de las figuras de más relieve del Ministerio de Instrucción
Pública.
El primer equipo Ministerial de Instrucción
Pública estuvo compuesto por Marcelino domingo
San Juan como ministro; Domingo Barnés Salinas, como Subsecretario, y
por Rodolfo Llopis Ferrándiz como Director General de Primera Enseñanza.
Domingo dimitió el 16 de diciembre de 1931, poco después de ser aprobada la
constitución, siendo sustituido por Fernando de los Ríos Urruti quien ratificó
a las mismas personas en los cargos ya citados. Con la excepción de referencia,
el equipo se mantuvo estable hasta casi mediados de 1963, circunstancia que
confiere al bienio un aire de homogeneidad y duración, sin duda el más
importante que había de tener este Ministerio durante la República. No
obstante, se advierten en este tiempo dos fases claramente diferenciadas que se
corresponden con cada uno de los titulares.
Marcelino Domingo era un maestro
que había fundado una escuela laica en Roquetas y que contaba con una amplia
experiencia como militante político en grupos republicanos. Su tiempo
ministerial fue de 8 meses, desarrollándose en pleno desarrollo del periodo
constitucional y ni siquiera con el parlamento en funciones, ya que la apertura
de las cortes constituyentes se produjo el 14 de julio. Es, pues, un tiempo de
" dominguismo puro ", donde se adoptaron decisiones interesantes a
golpe de decreto, si bien es cierto que las cortes ratificarian todas las
medidas adoptadas. Tres son los primeros
decretos que firma Marcelino Domingo durante el primer mes de su
Ministerio: Uno sobre el reconocimiento del bilingüismo de la enseñanza en Cataluña, otro declarando
la no obligatoriedad de la instrucción religiosa y un tercero, reformando el
Consejo de Instrucción Pública. Reconocer la peculiaridad de la lengua Catalana
e introducirla en los sistemas de enseñanza de forma habitual, parecía un hecho
obligado, como asimismo lo fue otra disposición que instaba a las Escuelas
Normales de esa región a revisar su plan de formación de maestros para cumplir
estas necesidades. Dejar sin efecto la obligación de la enseñanza religiosa era
una medida legislativamente moderada, pero de un impacto social fuerte. Una
circular de la Dirección General de Primera Enseñanza del 13 de mayo reconocía
otros aspectos: que los padres podían solicitar por escrito la instrucción
religiosa a los maestros; que el maestro decidiría se era él o el cura párroco
el encargado de la misma; no habría inconveniente en que los símbolos
religiosos siguieran presidiendo la escuela si el maestro y los padres estaban
conformes y que el maestro quedaba relegado de toda obligación de realizar las
prácticas religiosas con sus alumnos. Como hemos afirmado, considerado el
decreto en el contexto de la Segunda República, su característica más
específica viene constituida, en nuestra perspectiva, por su moderación. El decreto, quisiéramos llamar la atención
sobre este aspecto, no prohibe la enseñanza de la religión católica en la
escuela, prohibe, simplemente, su obligatoriedad. En efecto, como indica su artículo segundo,
todos los padres católicos tienen derecho a exigir que sus hijos reciban, en la
escuela, la formación religiosa según el sistema tradicional. Los hijos de los no católicos dejarán de
recibirla. Comparado este aspecto del
decreto de Marcelino Domingo, con el decreto transcrito del conde de Romanones
sobre enseñanza de la religión en la escuela, la innovación fundamental reside
en la alteración del centro de gravedad.
Para el gobierno liberal, la escuela seguía impartiendo su enseñanza
religiosa, y los niños no católicos, tras exponer a través de sus padres su no
pertenencia al mencionado credo religioso, dejaban de recibirla. Para los hombres de la República, la escuela
pública dejaba de impartir obligatoriamente la enseñanza religiosa, pero
permitía que la misma fuera impartida a los niños católicos.
Significaba, el decreto de Mayo,
un avance en la secularización, pero no era, evidentemente, la implantación de
la escuela laica. Se imponía, eso sí, en
la escuela, una concepción más democrática que partía del derecho que asiste a
las minorías. La imposición en la
enseñanza de un credo religioso cualquiera, o de un credo político determinado,
no era comprensible en un régimen democrático que hacía del respeto a la
libertad individual su base de sustentación.
Y en el mismo contexto debemos situar lo manifestado en el artículo
tercero del decreto. Si a ningún alumno
se le podía exigir en la escuela de la República el aprendizaje de una religión
que no fuera la suya propia, tampoco a ningún maestro se le podría imponer la
enseñanza de la misma si no era voluntad propia. Y es tal vez en este aspecto, en la defensa
de los derechos del maestro, donde reside la máxima originalidad del
decreto. Un aspecto que, hasta aquel
momento, no había sido oficialmente abordado. Se cerraba así todo un capítulo
de nuestra historia de la educación. El
capítulo que hacía referencia al papel desempeñado por el maestro como educador
religioso. La vieja estampa de la época monárquica, en la que el maestro no
sólo venía obligado a impartir las enseñanzas de Historia Sagrada y de
Catecismo sino que, igualmente, tenía la obligación de conducir a todos sus
alumnos a los actos religiosos y aun a llevar a la práctica el control de
asistencia de los mismos, obligación que llegó a ser impuesta por circular de
los respectivos gobernadores civiles, deja paso a una nueva consideración del
maestro de la escuela del Estado.
Así este decreto establece que
los profesores quedan relevados de toda obligación de realizar prácticas
religiosas con sus alumnos y, por consiguiente, de acudir con ellos a actos o
ceremonias que revistan este carácter.
En lo que respecta a los símbolos de la Religión cristiana, no
existe inconveniente en que sigan
presidiendo las tareas escolares en aquellos casos en que el maestro y la
totalidad de los padres se hallen conformes; pero, en caso contrario, dejarán
de exhibirse en los locales de clase, mas, por respeto a la libertad religiosa
que el gobierno ha declarado. Desde luego, queda proscrita, por antihigiénico,
antipedagógica e incluso anti-religiosa, la práctica de decorar con doseles,
cromos o imágenes que no sean reproducción estimada de preciosas obras de arte.
También establece que la
supresión de la enseñanza religiosa con carácter obligatorio no debe significar
abandono de la dirección moral de los escolares; por el contrario, al perder
esta enseñanza su carácter dogmático y catequista, el maestro se esforzará,
ahora más que nunca, en aprovechar cuantas oportunidades le ofrezcan sus
lecciones en otras materias, el diario hacer de la escuela y los altos ejemplos
de la vida de los pueblos para inspirar en los niños un elevado ideal de
conducta.
Los señores inspectores de primera enseñanza
cuidarán con el mayor celo de que estas normas lleguen al conocimiento del
Magisterio; de que sean cumplimentadas de forma que no puedan herir el
sentimiento religioso de nadie y de que los maestros, llegado el caso, sean
defendidos en esta manifestación de la libertad, tan esencial al patrimonio de
la conciencia, resolviendo cuantas dudas y reclamaciones puedan producirse en
la aplicación de estas instrucciones.
Otro punto importante de la política es el
decreto del 21 de mayo, a favor de la lucha contra el intrusismo profesional.
Este decreto expresó más un voluntarismo oficial que no podía cumplirse en ese
momento pero que sirvió para denunciar la situación de las instituciones
privadas, cuyos maestros sin titulo superaban el cincuenta por ciento. El ocho
de septiembre se modificaba el decreto aludido, permitiendo el ejercicio
profesional a las personas sin titulo en localidades en las que el número de
escuelas no bastaba para atender toda la población escolar. Conviene recordar que
por un R.D. de 20 abril de 1925 ya se había exigido la posesión del titulo de
maestro para poder dirigir escuelas privadas, dando un plazo de cuatro años
para cumplir este requisito, que venció en 1939 y que, evidentemente no se
cumplió. Dentro de la misma línea se realizo la reforma del sistema de
formación de maestros, a la vez que se les aumentó sus ingresos económicos. El
aumento de plazas para maestro, así como el incremento de locales para escuelas
se inscribe, por derecho propio entre las mejores iniciativas del régimen. Las
preferencias por la España rural, la más atrasada y pobre del país, generó una
iniciativa ministerial importante: nos referimos a la creación del Patronato de
Misiones Pedagógicas, lo que será un hecho fundamental en la España de los años
posteriores, siendo su presidente Manuel Bartolomé Cossió. En el ámbito del
Bachillerato no hubo novedades interesantes, acaso breves y genéricas alusiones
sobre el significado de este nivel docente. En la universidad aparecen
modificaciones en distintos planes de estudios, la eliminación de los exámenes
intermedios, ampliación de las materias opcionales para una mayor
especialización del alumnado y la incorporación de especialistas no docentes
pero acreditado prestigio para Asi aumentar el nivel de especialización.
Globalmente, la tarea legislativa de
Marcelino Domingo tiende a una mejora de la primera enseñanza y en menor medida
a la del bachillerato y la universidad. Pero son medidas independientes, con un
efecto reducido a la parcela para la que fueron creadas, pero sin ninguna
interrelación, salvo en la primera enseñanza.
Cuando de los Ríos se hizo cargo
de la cartera de Instrucción, mediados del mes de diciembre de 1931, ya habían
ocurrido muchas cosas en el ámbito de su nuevo territorio. Pero el nuevo
Ministro, socialista militante con afinidad personal e ideológica con la ILE,
estos hechos se identificaban con el sentido humanista y solidario que había de
tener toda la actividad pública. Sin lugar a dudas, el hecho jurídico más
notable que marca la frontera de separación entre su ministerio y el anterior
fue la aprobación de la Constitución republicana el 9 de septiembre de 1931, la cual zanjará la
cuestión por lo que a la secularización de la enseñanza hace referencia. Su
articulo tercero afirmará la secularización del Estado al proclamar que el
mismo no tiene religión oficial. El articulo 48, en uno de sus apartados,
afirma con rotundidad que la enseñanza será laica. El que fue finalmente el
artículo 26 de la constitución contenía un dispositivo regulador de fortísimas
repercusiones en el terreno de la enseñanza; en su apartado cuarto, concluye
con la prohibición a las órdenes religiosas para dedicarse a la enseñanza. No cabría una más clara definición de la
naturaleza laica de la República y de su consecuencia inmediata por lo que a la
educación se refiere. La escuela de la
República haría del laicismo su característica más diferenciadora Por un lado,
disolvía “ aquellas ordenes religiosas que estatutariamente impongan, además de
los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de
la legítima del Estado”. Este caso afectaba a la compañía de Jesús. En otro
lugar del articulo se decía lo siguiente: “ las demás ordenes religiosas se
someterán a una Ley especial votada por estas Cortes Constituyentes y ajustada
a las siguientes bases: ... Prohibición de ejercer la industria, el comercio o
la enseñanza.” Estos puntos implicaban el resto de las órdenes religiosas y sus
efectivos docentes. Otros artículos constitucionales donde los temas educativos
quedaron propiamente regulados fueron el 48,49 y 50.
La escuela, por imperativo del
artículo 48 de la Constitución ha de ser laica.
Por tanto, no ostentará signo alguno que implique confesionalidad,
quedando igualmente suprimidas del horario y del programa escolares la
enseñanza y las prácticas confesionales.
La escuela en lo sucesivo, se inhibirá en los problemas religiosos. La escuela es de todos y aspira a ser para
todos. El maestro debe poner el esfuerzo más exquisito de que sea capaz al
servicio de un ideal lleno de austeridad y de sentido humano. Y como se decía en la circular del 13 de
mayo, el maestro, ahora más que nunca, procurará aprovechar cuantas
oportunidades le ofrezcan sus lecciones en otras materias, el diario hacer de
la escuela y los altos ejemplos de la vida de los pueblos, para inspirar en los
niños un elevado ideal de conducta.
Los señores inspectores cuidarán, con el
mayor celo, que estas normas lleguen a conocimiento del Magisterio y que sean
cumplimentadas inmediatamente en forma que no puedan herir los sentimientos
religiosos de nadie.
Junto a unas afirmaciones ya
conocidas, la intervención de la inspección para que las normas
constitucionales sean cumplidas y el nuevo llamamiento al maestro para que sea
él quien se ocupe, en el marco de la escuela laica republicana, de la educación
moral de sus alumnos, es una afirmación que
constituye la máxima diferencia con respecto a las circulares
anteriores. La supresión en el programa
y en los horarios de cualquier tipo de enseñanza religiosa. Y como antecedente una clara alusión al
ideario de la I.L.E. propugnando una escuela neutra donde junto a la religión
se hallen proscritos- cualquier intento de convertir a la escuela en un
instrumento de cualquier ideología política.
La supresión de la enseñanza
religiosa de los horarios y programas de la escuela junto con la eliminación de
sus locales de cualquier símbolo religioso, constituyen los signos externos más
evidentes de la implantación del laicismo en la escuela. Su base ideológica, ya lo hemos expuesto, se
cimienta sobre la defensa de la libertad individual y el respeto a la
conciencia del niño que nadie puede intentar sojuzgar. Su base histórica, la necesidad de romper la
línea tradicional de nuestra educación representada por el predominio de la
Iglesia Católica. Su base política, la
posibilidad de cimentar la democracia sobre unos valores éticos que la nueva
escuela ha de transmitir.
Pero, era evidente que una
reforma de tal profundidad en cuanto intentaba trastocar los elementos éticos
que habían conformado el entramado social durante siglos y que representaban el
punto de apoyo más sólido de los poderes constituidos, debería sufrir los más
duros ataques de aquéllos que veían en el triunfo de la reforma el fin de sus
privilegios. Un ataque que si
inicialmente ha de centrarse en el dominio de la Pedagogía desembocará
finalmente en el terreno de la política hasta determinar uno de los elementos
básicos de la desaparición de la propia República democrática.
¿Puede existir una escuela donde
no se hable de Dios y de su significado?. ¿Bajo qué principios de moralidad y
ética se educarán nuestros escolares si prescindimos de los principios que nos
ha legado la Iglesia Católica?. ¿No es, en definitiva, la escuela laica una
escuela anticatólica que conducirá indefectiblemente a los niños hacia la
indiferencia religiosa y el ateísmo?. ¿Dónde se educarán religiosamente los
hijos de las familias católicas si no pueden hacerlo en la escuela?. Y en resumen, ¿en un país mayoritariamente
católico, como España, puede concebirse una escuela nacional laica?. Estos
serían los planteamientos claves en los ataques que el mundo católico
emprenderá contra la escuela laica. Y la
conclusión siempre era siempre la misma: la escuela laica era imposible en
cuanto que ninguna enseñanza podía concebirse sin que la misma estuviera
fuertemente impregnada de una profunda formación moral, formación que sólo
podía proceder de las enseñanzas de la Iglesia.
El laicismo, al prescindir de Dios, no era sino un arma más de la
masonería en su lucha contra la Iglesia Católica, y el objetivo de la escuela
laica se cifraba en la creación de un nuevo ciudadano alejado de Dios. No era pues una escuela neutra, como sus
defensores propugnaban, sino una escuela transformada en instrumento de la
ideología liberal y marxista, enemigos de la tradición católica.
Los defensores de la escuela laica
intentarán, a partir de los textos de la Institución Libre de Enseñanza,
responder a todos y cada uno de los ataques, que en el plano ideológico, se
plantean ante la reforma. A la acusación
de escuela sin Dios, los hombres del laicismo argumentarán que en la escuela
laica Dios debe estar presente. Presente
en cuanto a un fenómeno de la historia del hombre de cuya importancia, como de
las religiones, nadie puede dudar. Lo
que la escuela laica plantea es el tratamiento de su conocimiento. Este no puede ser planteado como una verdad
absoluta, objeto único de la fe, sino como una verdad histórica y en el
conjunto de los elementos que el hombre plantea como necesarios para su
comprensión del Universo. El concepto de
Dios es un concepto común a toda la humanidad y cuya propiedad no puede ser
atribuida a una religión específica. Del
mismo modo, la religión, como cauce de entendimiento entre el hombre y Dios, es
un hecho histórico que la escuela debe estudiar. Lo que la escuela no puede es convertirse en
instrumento exclusivo de una religión determinada. La religión católica se estudiará en la
escuela como una más de las religiones que la historia ha conocido, sin que
reciba por ello ningún trato preferencial. Y en cuanto a la moral, a los
principios éticos, que deberán informar el quehacer de la escuela laica,
Rodolfo Llopis ha escrito al respecto páginas ciertamente inspiradas. La moral laica es la conciencia común de la
humanidad. Sus principios fundamentales,
la verdad y la justicia. Y a partir de
ellos recoge todas las experiencias que la humanidad, en el transcurso de su
historia, ha ido sedimentando hasta crear un cuerpo de doctrina que, éste si,
es común a todos los hombres sin diferenciación. Esa será la moral que enseñe la escuela
laica. La ética que las distintas
civilizaciones han ido acuñando hasta convertirla en el sedimento sobre el que
se soporta la civilización occidental.
Es la ética del humanismo pagano, del humanismo cristiano, del humanismo
marxista... es el conjunto de valores que hacen posible la relación entre los
hombres civilizados. Y por lo que a la acusación de anticatolicismo hace
referencia, la respuesta será unánime.
La escuela laica no ha nacido para oponerse a ninguna religión
determinada. Pretende, eso sí, respetar
la conciencia del niño y del maestro y, desde este punto de partida, intenta
que todo aquello que pueda separar desaparezca de la escuela.
Volviendo otra vez al articulo 48, se considera
a la cultura como un servicio esencial para el estado; La enseñanza se
declara gratuita y obligatoria para el nivel primario y laica para todos; se
protegía al estudiante, a fin de que no se halle condicionado más que por su
aptitud y vocación; el reconocimiento
expreso de la libertad de cátedra de los profesores y la alusión
metodológica, al subrayar el trabajo del escolar como eje de su actividad. En
el artículo 49 el Estado se reserva la expedición de títulos académicos y
profesionales. El articulo 50 trata vagamente la enseñanza en las regiones
autónomas, hecho deliberado para remitir el estudio detallado a una legislación
posterior.
Hay un hecho que caracteriza todo el período
ministerial de De los Ríos: El problema religioso. Puede afirmarse que con él
empieza (disolución de la compañía de Jesús) y con él acaba (ley de Confesiones
y Congregaciones Religiosas). Pero entre ambas hay una serie de novedades
interesantes que tipifican su mandato como el más orgánico de todos los del
quinquenio. Al menos se atisba un intento serio de planteamiento general,
acompañado de medidas puntuales de interés.
La razón fundamental residía en
el área de influencia que la enseñanza privada abarcaba y su relación con la
escuela pública. Reducir el proceso de
secularización a las escuelas nacionales llevaba como consecuencia la
reducción, a límites de escasa transcendencia, de la reforma educativa
emprendida. En efecto, reducir el
proceso laico a la enseñanza estatal era reducirlo a los hijos de una parte de
la clase trabajadora. Emprender una
reforma a semejanza de Francia, donde la escuela nacional por sus mejores
dotaciones podía sustituir con ventaja a la enseñanza privada, era, en la
perspectiva de la situación escolar española y a partir de las disponibilidades
económicas del gobierno de la República, plantear la reforma bajo una
perspectiva de un largo proceso de años.
Y la República laica ni quería ni podía esperar. Era preciso, pues,
encontrar un camino que hiciese posible la reforma a corto plazo y que pudiese,
a su vez, alcanzar a la mayor parte de la población escolar española. Y ese camino, examinada la situación, sólo
podía venir contemplado por la supresión de la enseñanza impartida por las Congregaciones
religiosas y su sustitución por la escuela pública. Sólo desde esa perspectiva la reforma tendría
sentido en cuanto que la secularización de la enseñanza primaria y la enseñanza
secundaria sería prácticamente total.
Se alcanzaba así, por otra
parte, otro objetivo secundario. Privar
a las órdenes religiosas de una buena parte de sus ingresos y,
consiguientemente, reducir el poder económico de la Iglesia. Se limitaba, de este modo, doblemente su
poder de influencia sobre el entramado social.
Como consecuencia, las posibilidades de una secularización real de la
sociedad aumentaban para la República.
No es extraño, ante lo expuesto, que la discusión del artículo 26 de la
Constitución llevara consigo una encendida polémica que desembocaría en la
ruptura del pacto republicano. Los
núcleos de la derecha que hablan participado en la coalición que derribara a la
monarquía, y muy específicamente todas las fuerzas democristianas, abandonarían
las Cortes antes de aprobar el artículo mencionado. La crisis ministerial significaría la
desaparición de Miguel Maura y el ascenso a la jefatura del gobierno de Manuel
Azaña.
Aprobada la Constitución de 1931
no quedaba otro camino más que hacerla cumplir.
Para lograrlo la República establecerá tres etapas íntimamente ligadas
entre sí y continuadas en el tiempo, en función de la promulgación de la
Constitución y su ley complementaria sobre Congregaciones religiosas. La primera hace referencia a la disolución de
la Compañía de Jesús y a la incautación de sus bienes. La segunda, de menor importancia, se
relaciona con la necesidad de clarificar la situación de los establecimientos
benéfico-docentes. La tercera, aprobada
la Ley de Congregaciones religiosas, se marca como objetivo la sustitución, por
la escuela pública, de la enseñanza impartida por las órdenes religiosas.
La disolución de la Compañía de
Jesús y la incautación de sus bienes por el Estado español. Sus bienes son puedan mantener su institución
confiscados por los poderes públicos y destinados, según lo que establece la
ley, a cubrir finalidades docentes y humanitarias. La importancia de la medida
adoptada reside tanto en su impacto internacional cuanto en la repercusión
suscitada en el interior del país. En el
ámbito internacional la disolución de la Compañía de Jesús coloca decididamente
a la República española frente a toda la organización eclesiástica. Roma, en el momento de esplendor del
fascismo, no puede contemplar impasible cómo la joven república surgida tras el
derrocamiento del dictador Primo de Rivera se atreve, no sólo a enfrentarse con
el Vaticano, sino, igualmente, a todos los católicos europeos y a las potencias
totalitarias. A partir de este momento
tanto el ejército cuanto las organizaciones católicas españolas recibirán la
ayuda necesaria para desestabilizar la situación política. Si los intentos militares no parecen obtener
resultados efectivos de modo inmediato, la vía democrática, financiando
partidos de corte fascista y estructurando la gran coalición de derechas
cimentada en la democracia cristiana, serán las armas a utilizar. La participación de Lerroux en la operación,
pese a su definición liberal, determinará el éxito de la coalición en el plazo
de dos años.
Por lo que a nuestra historia de
la educación hace referencia, la disolución de la Compañía de Jesús va a tener
una importancia decisiva en lo que atañe a la enseñanza secundaria. En efecto, y desde el siglo XVI, los jesuitas
habían centrado su esfuerzo educativo en el control de la preparación de los
jóvenes que habían de acceder a la Universidad.
Pese a su disolución durante el siglo XVIII, coincidiendo con la época
ilustrada, y por motivos similares a los expuestos, el siglo XIX va a conocer
un extraordinario desarrollo de los internados de la Compañía de Jesús. Hasta el acceso de la República la práctica
totalidad de las capitales de provincia conocerá el nacimiento de uno de
ellos. Los hijos de la burguesía, y muy
específicamente los hijos de la burguesía industrial y terrateniente con
capacidad para influir posteriormente en los destinos del País, recibirán en
ellos su educación secundaria. La
Compañía se reservaba así la posibilidad de formar las elites dirigentes a
través de las cuales perpetuar su influencia.
Su posterior incidencia sobre los estudios universitarios,
fundamentalmente tecnológicos, se inscribirá en la misma perspectiva.
Suprimida la Compañía de Jesús,
el Ministerio de Instrucción Pública se hará cargo del destino de sus locales y
de la utilización de los mismos. Tres
caminos se recorrerán en esta sustitución.
De una parte los Institutos-escuelas, que como centros experimentales
necesitarán de las más óptimas dotaciones posibles. Los Colegios de Jesuitas cumplían este
objetivo con creces en cuanto que tanto por su ubicación, cuanto por la amplitud
de sus estructuras, podían competir con cualesquiera de Europa. En ellos se encontrarían espacios abiertos,
necesarios para la puesta en práctica de la moderna pedagogía, así como el
material pedagógico complementario. Pero
junto a sus centros educativos, sus aulas de clase, los jesuitas habían
instalado sus internados. Eran éstos
necesarios para poder atender a los hijos de la burguesía procedentes de
lugares donde la Orden no tenla sus propios establecimientos. La República verá en ellos la solución para
uno de sus problemas educativos: la ubicación de los alumnos seleccionados que,
procedentes de pueblos donde no existían establecimientos educativos de segunda
enseñanza, no tenían medios para procurarse su subsistencia. Esta será pues la misión que cumplan los
internados. Acoger a los alumnos
seleccionados que, según disposición de Marcelino Domingo, deberán residir en
instituciones costeadas por el Estado.
Y aún cumpliría en algunas
capitales de provincia una tercera misión el colegio de los jesuitas. Las escuelas Normales de maestros, a las que
la República prestará, como veremos a través del plan profesional, una atención
especial, se ubicarán en los locales incautados por la República cuando las
condiciones de los edificios en las que las mismas impartían sus enseñanzas no
reunían las condiciones necesarias, o cuando los mismos o no existían o habían
sido desalojados. Quedaban así
plenamente asumidos, dentro de los fines educativos a los que la legislación
los había destinado, todos los centros que habían sido propiedad de la disuelta
Compañía de Jesús.
La medida adoptada, supresión de
la Compañía de Jesús y consiguiente prohibición de dedicarse a la enseñanza,
recibirá, por parte del conjunto del País, reacciones contradictorias. Ya hemos adelantado que, tal vez por
inesperada, la que ha de causar mayor sorpresa es la adoptada por el grupo
liberal. Dedicados durante toda una vida
a luchar por la secularización de la enseñanza, aplaudirán la conversión de la
escuela pública nacional en una escuela laica; pero enfrentados con la realidad
de la prohibición a los jesuitas de dedicarse a la enseñanza como institución,
plantearan sus dudas de la legitimidad de la decisión. La posición de Cossío al respecto, en
declaraciones a Miguel de Unamuno, será la de no entender cómo se puede
prohibir a la Congregación de los jesuitas dedicarse a la enseñanza y permitir
que cada uno de sus miembros pudiese hacerlo.
Desde su perspectiva liberal, era evidente, cualquier cuerpo social
podía dedicarse a la enseñanza abriendo sus propios establecimientos. Una aplicación taxativa de la disposición,
comentaba, haría plantear la legalidad de la propia existencia de la I. L. E.
La respuesta de Revista de Pedagogía será
también obvia ante el problema
planteado: los argumentos frente a la disposición debían haberse
esgrimido en el momento de la discusión de la ley. Aprobada ésta no quedaba más camino que
hacerla cumplir. Cossío olvidaba, por otra parte, que el problema planteado no
se circunscribía a la educación. Estaba
en juego la propia naturaleza de las órdenes religiosas, la misión que las
mismas debían cumplir en el conjunto social, y los medios de financiación que
el Estado estimaba que les eran propios.
Esta será al menos, la posición que Fernando de los Ríos defenderá como
ministro de Instrucción Pública.
Pero si la posición liberal al respecto no
aparecía suficientemente expresada, desde la perspectiva política que la medida
encerraba, si que la posición de la derecha española había quedado
suficientemente aclarada con la actitud de sus representantes en la discusión
de la Constitución y sus acciones posteriores. La posición que las masas afectas a las grandes
centrales sindicales, U.G.T. y C.N.T., adoptarán a nivel popular será
igualmente evidente. Se entendía que era
éste el primer paso hacia una auténtica transformación social en cuanto que el
mismo significaba el primer ataque no sólo a la Iglesia Católica sino, y
fundamentalmente, el primer enfrentamiento con las grandes fuerzas financieras
del País que, tradicionalmente, habían ostentado el poder. La Compañía de Jesús no era contemplada tanto
como representación de la Iglesia cuanto como el ejemplo más significativo de
la fuerza del poder económico y, por su intermedio, del poder político.
Suprimida la Compañía de Jesús,
Fernando de los Ríos planteará un nuevo enfrentamiento con el resto de las
Congregaciones religiosas. El motivo, el
tratamiento que todas ellas recibirán como instituciones benéfico-docentes. Dicha denominación llevaba aparejado un tratamiento
especial por parte de la Hacienda del Estado a partir de la consideración de
que su actividad no estaba destinada a obtener beneficio lucrativo alguno sino
que, por el contrario, la misma se dedicaba a la realización de acciones
caritativas o benéficas. Ante la certidumbre de que la mayor parte de las
Congregaciones religiosas se dedicaban a actividades lucrativas, de las que sus
centros de enseñanza podían significar un magnífico ejemplo en cuanto que
ninguno de ellos aparecía exclusivamente como de enseñanza gratuita, el líder
socialista dispondrá, como primera providencia, la necesidad de que se
realizara una investigación que vendría a determinar qué instituciones cumplían
los fines benéficos que declaraban y cuáles, por el contrario, se dedicaban, en
sus centros de enseñanza, a actividades con rentabilidad económica. El resultado de esta primera investigación
determinó que sólo las Congregaciones de San Vicente de Paúl y de San Felipe
Neri podían recibir estrictamente el tratamiento de instituciones
benéfico-docentes en cuanto que sus fines eran, exclusivamente, de
caridad. El resto de las instituciones
religiosas, y específicamente las dedicadas a la enseñanza, obtenían ingresos
por su actividad que sobrepasaban las necesidades de mantenimiento de los
propios miembros de la Congregación. Como consecuencia de la información
obtenida el Ministerio de Instrucción Pública dispondrá que le sean retiradas
las exenciones tributarlas de las instituciones benéfico-docentes a todos los
establecimientos de enseñanza de las órdenes religiosas. La medida significaba una prueba más de la
actitud que la República había adoptado con respecto a las Congregaciones
religiosas, actitud que tendrá su plasmación definitiva en la Ley de
Congregaciones religiosas.
La ley, que desarrolla el
artículo 26 de la Constitución, establece, en su articulo treinta, la expresa
prohibición a las Congregaciones religiosas para dedicarse como tales a la
enseñanza. Acepta, no obstante, que los
miembros de las mismas, con carácter individual, si poseen la titulación
necesaria, puedan dedicarse a la docencia.
Pretendía la ley con esta disposición salir al paso de las críticas que
pudieran plantearse en cuanto a la inconstitucionalidad de la disposición
legislativa si ésta prohibía el ejercicio de su profesión a quien habla
obtenido la titulación, expedida por el Estado, necesaria para ejercerla. Inconstitucionalidad que se hubiera producido
en el caso de prohibir a los religiosos dedicarse a la enseñanza. La prohibición, pues, se centra en la Orden o
Congregación como institución corporativa sujeta a las leyes del Estado y su
base reside en la propia naturaleza declarada de las Congregaciones
religiosas. Sus fines debían ser
absolutamente benéficos y caritativos y, en consecuencia, no podían dedicarse a
ninguna actividad que tuviera como resultado la rentabilidad económica. La industria, el comercio y la enseñanza se
encontraban dentro de este apartado.
Promulgada la ley era necesario
establecer el mecanismo que hiciera posible su puesta en funcionamiento. Pronto veremos que, por lo que a la enseñanza
hace referencia, su aplicación planteará un cúmulo de problemas de difícil
solución. Durante 1933 y 1936 cuatro
ministros de 1.P. intentarán llevarla a la práctica, Marcelino Domingo,
Fernando de los Ríos, Domingo Barnés y Francisco J. Barnés Salinas. Sus resultados nos hablarán tanto de las
dificultades intrínsecas del problema planteado cuanto de la inestabilidad
política que se produce tanto en 1933 cuanto en 1936, coincidiendo con los
intentos de aplicación de la ley. Pero
veamos, inicialmente, cuáles serán las secuencias legislativas en cuanto a
órdenes ministeriales referidas al problema y el análisis que el propio
ministerio de Instrucción Pública realizará del problema durante el mes de Mayo
de 1936.
Por lo que a la enseñanza
primaria hace referencia el 8 de Junio de 1933 la Gaceta de Madrid publica un
decreto en el que se establece la creación de una Junta Nacional, auxiliada por
Juntas provinciales y Juntas locales, y cuya finalidad será delimitar, en el
área de su competencia, la cantidad de escuelas que son necesarias crear para
que puedan ser escolarizados todos los niños procedentes de la enseñanza
primaria impartida por las órdenes religiosas.
Existía, pues, una primera necesidad. Evaluar el número de alumnos que las órdenes
religiosas tenían a su cargo. Delimitar
las aulas necesarias para que los mismos pudieran ser atendidos. Encontrar los locales susceptibles de ser
transformados en las aulas necesarias.
Proveer del material necesario para las mismas. Seleccionar los maestros que tendrían a su
cargo las nuevas aulas. La tarea era
absolutamente ingente y se pretendía, en un primer momento, que la misma
estuviera resuelta antes de que comenzara el próximo curso. De la disposición se desprende, así como de
las actuaciones posteriores, un hecho fundamental. No se plantea la incautación por el
ministerio de Instrucción Pública de todos los locales dedicados a la enseñanza
propiedad de las órdenes religiosas. Se
intenta que el esfuerzo sea llevado a la práctica, exclusivamente, por el
gobierno republicano. El 21 de Junio del mismo año la Gaceta de Madrid publica
un nuevo decreto por el que se crea, desligada de la comisión provincial
correspondiente, una comisión especial en Madrid encargada de estudiar los
problemas que la sustitución de las órdenes religiosas en el campo de la
enseñanza provocaba en el área metropolitana.
La creación de la comisión
especial para el área metropolitana de la capital española nos indica,
suficientemente, la magnitud del problema.
En efecto, si la situación en las áreas rurales, en las que la
incidencia de las órdenes religiosas en la enseñanza primaria había sido menor
tanto en función del número de alumnos cuanto de la situación económica de los
mismos, se entendía que podía ser perfectamente asumida por la escuela
nacional, el problema se iba agravando cuando de las grandes; áreas urbanas se
trataba. Era en ellas donde las
Congregaciones religiosas habían concentrado sus esfuerzos y donde habían
surgido con profusión sus centros educativos.
Por otra parte, era igualmente el núcleo urbano el que presentaba más
dificultades en cuanto a la obtención de locales y espacios donde erigir nuevos
centros dado el costo de los mismos.
Trasladado a Madrid, donde la enseñanza privada de todo signo había
proliferado, tanto por el aumento de su población cuanto por la falta de
dotaciones escolares públicas, así como por la proximidad a los centros de
segunda enseñanza y universitarios, el problema se presentaba como
prácticamente insoluble. Era necesario
aportar, para este caso, soluciones especiales que la comisión creada, fuera
del contexto del problema general, tenía que arbitrar.
El 27 de Junio de 1933 aparece
en la Gaceta de Madrid un decreto que por su contenido marca el grado de
dificultad en que el Ministerio se encuentra para alcanzar el objetivo
propuesto. En el mismo se indica que
todos los particulares que tuvieran locales susceptibles de ser transformados
en escuelas los ofrecieran l Ministerio de 1.P. para colaborar directamente a
la secularización del Estado a través de la sustitución de las órdenes
religiosas.
Era casi una llamada de auxilio
de¡ gobierno a la burguesía liberal, única susceptible de ser propietaria de
los locales adecuados y que, por otra parte, estuviera dispuesta a colaborar
con la tarea emprendida por el gobierno.
Era obvio que dicha colaboración difícilmente podría ser reclamada de la
burguesía conservadora, única capaz de haber resuelto el problema. Se enfrentaba así el gobierno con un callejón
sin salida en cuanto era imposible encontrar, en el plazo de unos meses,
locales suficientes para dotar del número de aulas necesarias a la resolución
del problema. Callejón sin salida en
cuanto que no se quería recurrir al fácil camino de la expropiación forzosa, o
la incautación, de todos los locales propiedad de las propias órdenes
religiosas.
El Ministerio de Instrucción
Pública habla emprendido una carrera contra el tiempo y contra la situación
política. El 2 de Julio se publica una
orden ministerial en la que se ordena a todos los directores de los colegios
religiosos donde se imparta la enseñanza primaria que en el plazo de diez días
entreguen a la comisión local correspondiente el libro de matrícula donde
vengan reseñados los niños que hubieran solicitado plaza en el centro para el
próximo curso.
Se pretendía tener una relación
exacta e inmediata de los niños que habrían de ser escolarizados en las
escuelas nacionales al dar comienzo el curso.
La situación política, sin embargo, se precipitaba y la coalición
republicano-socialista entraba en crisis.
El gobierno de Manuel Azaña, deteriorado, no parecía tener posibilidades
reales de llevar a la práctica una medida que no sólo contaba con dificultades
propias de resolución, sino que se enmarcaba en la propia batalla política
desencadenada. Desde luego resultaba
evidente que el comienzo del próximo curso difícilmente podría contemplar la
resolución del problema que se adivinaba día a día de mayor complejidad.
Transcurrido el periodo
vacacional, el 26 de Septiembre se crea para la región autónoma de Cataluña el
Consejo encargado de llevar a término la sustitución de la enseñanza dada por
las órdenes religiosas en el conjunto del territorio catalán. Era un nuevo paso en la descentralización del
problema y de acuerdo con las prerrogativas que el Estatuto confería a
Cataluña.
Todavía el 23 de octubre una orden ministerial dispone que el material
escolar necesario para dotar los nuevos centros surgidos para sustituir a la enseñanza
religiosa deberá adquiriese individualizadamente, de acuerdo con las
necesidades propias de cada caso y de acuerdo con el modelo aprobado por la
Junta Nacional. Se intentaba conseguir
el mayor ahorro posible en las nuevas dotaciones escolares así como la
utilización de todo el material disponible.
La situación política iba, no
obstante, a marcar una nueva dirección
profesional, presentando ya al Ministerio de I.P. soluciones concretas
que han de dar lugar a resoluciones inmediatas de¡ gobierno que resolverá
definitivamente el problema de la sustitución:
Para los pueblos incursos en el
apartado c) se dispone:
1) Los inspectores girarán visita urgente a dichas localidades
inquiriendo de sus autoridades las ayudas que están dispuestas a prestar al Ministerio
de 1.P. para la resolución del problema.
2) Si las autoridades no se muestran decididas a colaborar con el
Ministerio el inspector se dirigirá a los dueños de los locales donde se hallen
situados los colegios religiosos invitándoles a que les ofrezcan al Ministerio
bien en venta bien en alquiler.
3) Si los dueños de los mencionados locales se negaran a aceptar las
opciones propuestas por el inspector éste visitará los locales de la zona que
pudieran servir para ser convertidos en escuelas, adquiriéndolos por cesión si
pertenecen al Estado o por alquiler o venta si pertenecen a particulares.
4) El inspector reunirá de nuevo al Ayuntamiento, una vez en posesión
de todos los datos anteriores y recabará de éste la ayuda que esté dispuesto a
prestar.
5) La junta de inspectores de la provincia, una
vez recogidos todos los datos facilitados por sus inspectores, formulará una
propuesta general para toda la provincia en la que se harán constar los datos
siguientes:
a) Denominación de los colegios afectados por la sustitución, número
de niños matriculados y nombre de la orden que dirigía la enseñanza.
b) Solución que puede adaptarse para sustituirlos, indicando local,
propietario, si es alquiler o venta y reformas necesarias.
c) Cantidad precisa para mobiliario y material de instalación.
d) Aportaciones municipales y del Estado.
e) Cuantas observaciones estime pertinentes el inspector sobre el
caso.
6) Los informes deberán estar en posesión de la Inspección Central de
Primera Enseñanza en el plazo máximo de quince días.
Se preparaba, según los datos
aportados, una acción eficaz para intentar resolver el problema. El próximo curso, sin embargo, estaría
inmerso ya en la guerra civil. Una
sustitución racional de la enseñanza impartida por las órdenes religiosas quedarla
de nuevo detenida y esta vez, a través de una guerra fratricida, de modo
definitivo.
La República había demostrado,
no obstante, su firme voluntad de secularizar la sociedad a través de la
escuela. Fue, seguramente, su labor más
profunda y ello en tanto en cuanto la República había surgido, esencialmente,
como el producto de la reacción producida en una sociedad laica dirigida por
sus intelectuales, contra unos poderes tradicionales que habían dejado de
conectar con la realidad. tintos centros de enseñanza, atendiendo a las
específicas necesidades de cada uno
De ellos.
7) Informar y dictaminar sobre la selección y aprobación de las obras
de texto y
de lecturas, cuya implantación en los diferentes estamentos educativos
del Estado, deberá ser recomendada por el ministerio de I.P.
8) Dictaminar sobre la resolución de concursos de provisión de
cátedras.
9) Proponer a los vocales de los tribunales de oposición.
10) Informar al Ministerio de I.P. sobre el funcionamiento de los
denominados establecimientos educativos benéfico-docentes y el cumplimiento por
los mismos de las normas que deben regirlos.
1 1) Informar sobre la
posibilidad de creación de instituciones que propaguen fuera de nuestras
fronteras la cultura española.
Y junto a las funciones
propuestas para el Consejo Nacional de Cultura, otras dos misiones específicas
que recoge el articulado del decreto-ley:
"Artículo 31. El Consejo podrá proponer reformas en la
enseñanza.
Artículo 51. El Consejo Nacional de Cultura tendrá el
derecho de inspección sobre todos los establecimientos de enseñanza que
dependan del Ministerio de 1.P. directa o indirectamente" .
Y en cuanto a su estructura, el
Consejo Nacional de Cultura contará con las secciones referidas a: enseñanza
primaria; segunda enseñanza y enseñanza técnica-media; enseñanza superior;
Bellas Artes; Cultura popular.
He aquí un resumen de sus actuaciones más
importantes:
-
Disolución de la Compañía de Jesús (23 de enero de 1932).
-
Proyecto de Ley de Bases sobre la 1ª y las 2ª enseñanzas (mes de
diciembre).
-
Nuevo plan de Bachillerato(13 de julio)y creación de la Inspección
general(30 de diciembre).
-
Reglamento de la Inspección de 1ª enseñanza(2 de diciembre.)
-
Creación de la Sección de Pedagogía en la Universidad de Madrid(27 de
enero) y creación de la Universidad de Verano de Santander(23 de agosto).
-
Plan Nacional de Cultura. Emisión de obligaciones por valor de 400
millones de ptas. (16 de agosto).
-
Aprobación del Estatuto catalán(9 de septiembre.)
-
Proyecto de Ley de Enseñanza Universitaria(marzo de 1933).
-
Ley de confesiones y congregaciones Religiosas (2 de junio de 1933).
La primera aplicación seria del articulado
constitucional se produjo en enero de 1932, al publicarse un decreto por el que
se disolvía la Compañía de Jesús, pasando sus bienes a ser propiedad del Estado
que los destinaría a fines benéficos y docentes. Naturalmente, todo este
proceso de incautación movilizó las corrientes de opinión y creo un clima poco
favorable al entendimiento. De forma
paralela al problema legal y político que surgió de las incautaciones y su
legalidad, se hicieron convocatorias urgentes para proveer de profesorado las
nuevas vacantes, se nutrieron de material didáctico numerosos centros afectados
por la situación. Los mejores colegios de la extinguida compañía dedicados a la
enseñanza media vieron reconvertidas sus funciones. Unas veces como
Institutos-Escuelas, Residencias de Estudiantes u otros destinos. Pero ni las
cifres ni la discutida eficacia ministerial en todo el proceso podían hacer
olvidar el ambiente enrarecido que las medidas producían y que eran sólo un
presagio de lo que habría de ocurrir un año después con el resto de las ordenes
religiosas.
En diciembre de 1932, en el primer
aniversario de la Constitución, De los Ríos presentó a las Cortes unas Bases
referidas a la Primera y Segunda enseñanza, que representan, en su conjunto, el
mejor esfuerzo por estructurar y coordinar tales niveles de enseñanza. En estas
bases también se establecen el papel de los Consejos Escolares, al Patronato de
Misiones Pedagógicas, al periodo de formación de los futuros maestros, a los
sistemas de provisión de plazas y al fomento de las escuelas españolas en el
extranjero. En el mes de julio de 1933 se establece un Bachillerato de siete
años de duración, inspirado en un sentido cíclico y enlazado con la primera
Enseñanza. En lo que respecta a la Inspección de Primera Enseñanza se amplían
los sistemas de acceso con la figura de los Inspectores-Maestros entre aquellos
profesionales que tuvieran determinada antigüedad y acreditaran capacidad
profesional. Lo más novedosa es el nuevo concepto de inspector, ya que se le
considera como un orientador, un impulsor y un director del funcionamiento de
las escuelas. Las reformas universitarias significaron la incorporación plena a
la Universidad de los estudios pedagógicos, lo que significo el mayor despegue
en la historia de la educación española de este sector profesional.
En
marzo de 1933 nos enfrentamos a la Ley de Confesiones y Congregaciones
Religiosas. Era difícil encontrar en esos días la serenidad necesaria para la
discusión de un texto tan comprometido, habida cuenta de los sucesos
revoluciona Ríos de carácter anarcosindicalista producidos en diversos lugares
de España. Pero el Gobierno aceleró su discusión mientras las minorías de la oposición
en el Parlamento multiplicaban sus esfuerzos para detener o enmendar una ley
que, según ellos, quebraría definitivamente las posibilidades de una
convivencia pacífica. El caso es que tal ley no era otra consecuencia que él
cumplimiento de un mandato constitucional y el gobierno se negó a aplazarlo
durante más tiempo ya que esta ley representaba la culminación del programa
laico del nuevo Estado y, por consiguiente, no cabrían los aplazamientos. Como
es conocido, los jesuitas, junto a los tres votos canónicos propios de todas
las órdenes religiosas, poseen un cuarto voto, de obediencia directa al Papado.
La República entenderá que este cuarto voto, que introduce una dependencia
directa con otro Estado, es anticonstitucional y, en consecuencia, se decreta
la disolución de los jesuitas y la prohibición para que puedan mantener su
institución en el interior del Estado Español. Sus bienes son confiscados por
los poderes públicos y destinados, según lo que establece la ley, a cubrir
finalidades docentes y humanitarias. Esto provocará importantes repercusiones
en el ámbito internacional. Más allá de los principios, las discusiones en el
Parlamento fueron ciñéndose a los aspectos prácticos. En el supuesto de que la
ley fuera aprobada ¿ Sería posible la sustitución? El diario Católico El
debate salió a la palestra Pública
con ya información poco conocida hasta entonces. Según éste, las Congregaciones
masculinas impartían enseñanza a 159.786 niños en el nivel de la enseñanza
primaria, mientras que las femeninas acogían a 442.164 alumnas. En los
referente al bachillerato, eran 27.000 los alumnos que en total acudían a los
colegios religiosos, lo que suponía un alto índice de beneficiados, cercano a
los 714.114.
El 25
de abril se publica una estadística oficial sobre las escuelas de primera
enseñanza sostenidas por las entidades religiosas, " según datos
facilitados por los Consejos Provinciales de primera enseñanza ". De ella
se deduce que había en España 995 escuelas de niños, con una matricula de 128.258
y 2.856 escuelas de niñas, con 226.679; en total, 3851 escuelas con 350.937
inscritos. La provincia de mayor número de escuelas era Baleares con 690 para
13.459 alumnos. La población con mayor número de alumnos era Barcelona, con
25.783, mientras Madrid sólo 12.884. La guerra de cifras, como se ve, convertía
los argumentos en irreconciliables. Ambos sectores se acusaban recíprocamente
de falsear los datos para magnificar el problema o suavizarlo, según las
respectivas posturas. Fernando de los Ríos mantuvo los datos facilitados por el
Ministerio y se reafirmó en el Parlamento: " ¿ Que representa como
esfuerzo a realizar por el Estado la absorción de es población escolar de
350.000 alumnos? Significa la obligación estatal de crear 7.000 escuelas en el
espacio de tiempo que media de ahora al 31 de diciembre."
El ministro entendía que sólo era necesario
incrementar los presupuestos en 45 millones para ese año, que serían destinados
a los municipios con más problemas, pero que el resto era fácilmente asumible
para un Gobierno que ya había dado buenas pruebas de eficacia en este terreno.
Los debates fueron muy duros, en general, los grupos de la oposición
advirtieron al Gobierno que fracasaría en sus propósitos. Vino Azaña a
ratificar el compromiso gubernamental con un discurso que no dejó lugar a
dudas. Desde es momento la ley había quedó en franquía. El 17 de mayo, después
de muchos forcejeos, fue aprobada por amplia mayoría. Pero aún restaban unos
días de fuerte incertidumbre, debido al retraso en la firma del Presidente de
la República. Se llegó incluso a especular con un reenvío a las Cortes. Al fin,
las sospechas quedaron despejadas cuando Alcalá Zamora firmó la ley el 2 de
julio. El mismo día en que se firmó la ley, se hizo pública una declaración
colectiva del Episcopado, en la que sé hacia historia del problema. Al día
siguiente se da a conocer la encíclica del Papa Pío XI donde se rechaza la
legislación republicana. A su vez, la mayoría de las entidades religiosas
afectadas empiezan a fraguar un plan de emergencia, que fue calificado por el
diputado Luis Bello como un programa de " autosustitución ". Pero la
gran incógnita subsistía a la vista del
clima general del País y la envergadura del compromiso asumido por el Gobierno,
una tarea titánica y difícil de llevar a cabo.
Suprimida la Compañía de Jesús, el Ministerio de Instrucción Pública se
hará cargo del destino de sus locales y de la utilización de los mismos. Tres
caminos recorrerán en esta sustitución. De una parte los Institutos-escuelas,
que como centros experimentales necesitarán de las óptimas dotaciones posibles.
Los Colegios Jesuitas cumplían este objetivo con creces en cuanto a su
ubicación, cuanto por la amplitud de sus estructuras, podían competir con
cualesquiera de Europa. En ellos se encontrarían espacios abiertos, necesarios
para la puesta en práctica de la moderna pedagogía, así como el material
pedagógico complementario. Pero junto a sus centros educativos, sus aulas de
clase, los jesuitas habían instalado sus internados. Eran estos necesarios para
poder atender a los hijos de la burguesía procedentes de lugares donde la Orden
no tenía sus propios establecimientos. La República verá en ellos la solución
para uno de sus problemas educativos: la ubicación de los alumnos seleccionados
que, procedentes de pueblos donde no existían establecimientos de segunda
enseñanza, no tenían medios para procurarse la subsistencia. Esta será pues la
misión que cumplan los internados. Acoger a los alumnos seleccionados, que
según disposición de Marcelino Domingo, deberá residir en instituciones
costeadas por el Estado. Y aún cumplirán en algunas capitales de provincia una
tercera misión el colegio de los jesuitas. Las Escuelas Normales de maestros, a
las que la República prestará, como veremos a través del plan profesional, una
atención especial instalándolas en estos locales. A pesar de todo, el gobierno
no se vio capaz de absorber la demanda de plazas en escuelas nacionales, lo que
unido al cambio gubernamental, aun hizo más dificultosa la tarea.
En el mes de marzo de ese año se presento un
proyecto de Ley de Enseñanza Universitaria que parecía cerrar, junto a los ya
presentados sobre las enseñanzas Primarias y Secundarias, el marco global de la
ansiada Ley de instrucciones Públicas.
Las elecciones de 1933 marcaron
un viraje ideológico fundamental. El socialismo institucional pasa del poder a
la oposición, mientras que los radicales, en colaboración con hombres
provenientes de la coalición ganadora, la Confederación Española de Derechas
Autónomas, conforman básicamente los Gobiernos hasta los primeros meses del 36.
Detrás de esta Confederación existía una amalgama de grupos y personas
vinculadas al pensamiento católico. Con este cuadro de fondo, los cedistas
tenían prioritariamente un gran objetivo: promover la revisión de la
legislación republicana en aquellos temas considerados innegociables. Su
consecuencia más grave fue la inestabilidad gubernamental. Durante 1934 los
relevos en el Ministerio de Instrucción Pública fueron tres, sin que ninguno
llegara a articular una línea de actuación creadora. Pero la victoria en el 36
del Frente popular devolvería al Ministerio de Instrucción Pública a Domingo
Sanjúan y a Francisco Barnés. La herencia que recibía de los gobiernos
Radicalcedistas no coincidía con su personal interpretación de la enseñanza
confesional, planteado al iniciarse el régimen
republicano y aparcado desde finales de 1933, volvió a replantearse, si
bien se impuso la mesura. Desde una consideración global, podemos señalar que
primaron los planteaminetos político-ideológicos sobre los
pedagógico-educativos y técnicos En 1936, el extremismo tomó carta de
naturaleza en el país en un intento de imponerse al republicanismo de cuño
burgués; se presentarán entonces nuevas fórmulas para acometer la instrucción
pública, excesivamente minoritaría aún.
Los programas que fue trazando la Segunda
República a lo largo de aquellos cinco años históricas, no consiguieron esbozar
un plan que reestructurara definitivamente la enseñanza y ganase la batalla en
pro de una " España Bien Educada ."
A
finales de 1935, los acontecimientos sociales y la crisis política del Gobierno
hacía presagiar la disolución de las Cortes y la celebracion de una consulta
electoral. Es llamado a la presidencia
del Gabinete Portela Valladares, quien, efectivamente, cumple estas previsiones
y convoca elecciones generales para el 16 de febrero siguiente. Pero más allá de la mecánica parlamentaria,
estaba ocurriendo en esos días un hecho de indudable interés, que iba a
provocar un nuevo vuelco en los resultados de las urnas: el reagrupamiento
generalizado de los partidos de izquierda en una entidad común, denominada
Frente Popular. La variedad de partidos
diferentes -republicanos, socialistas y comunistas, principalmente- dan al
citado Frente un aire de cooperación desconocido hasta entonces entre esas
fuerzas. Contrasta esta situación con la
ruptura de la coalición entre radicales y cedistas, que había funcionado
durante el segundo bienio.
Efectivamente, desprestigiados los radicales, quedaba sola la fuerza
conservadora para resolver la nueva confrontación electoral.
Los resultados del plebiscito
del 16 de febrero confirmaron estas expectativas y el Frente Popular triunfa en
las urnas. Manuel Azaña será el nuevo
Presidente de Gobierno y Marcelino Domingo ocupará el Ministerio de Instrucción
Pública. A su lado, Domingo Barnés
figurará como Subsecretario. Cinco años
después delya lejano abril de 1931, estos dos hombres vuelven a ocupar la
cúpula del Ministerio, que había sido clave en la vida republicana de ese
tiempo.
El Frente Popular tenía un
programa pedagógico breve y genérico, que recordaba, en su esencia, los
Planteamientos de los orígenes del regimen. La enseñanza era una atribución
indeclinable del Estado, se impulsaría la construcción de Escuelas, se
potenciaría las enseñanzas medias y universitarias, con atención preferente
hacia la juventud obrera y, finalmente se volvería a establecer en su
integridad la legislación autónoma votada en las Cortes Constituyentes.
Dos nuevas aportaciones en el
terreno de la educación elemental merecen ser citadas. Una de ellas se refiere a un intento de
regulación de las llamadas escuelas maternales, unas instituciones creadas en
1922 para cuidar y asistir a los niños de dos a seis años y también para
instruir a las madres y a las
mujeres en general. Dichas escuelas,
normalmente dependientes de los Ayuntamientos, habían caído en un ambiente de
desprestigio por la serie de irregularidades que rodeó su función. La medida ministerial pretendía, de momento,
proceder a una clarificación general del sector, para luego actuar sobre él
desde una perspectiva pedagógica.
La segunda de las aportaciones
aludidas se refiere a la creación del<Certificado de Estudios Primarios»,
que habría de expedirse al término de la escolaridad obligatoria del alumno,
esto es, a los catorce años de edad. El
certificado buscaba, ante todo, la dignificación del crédito público de este
nivel educativo. Todos los alumnos,
tanto los procedentes de la enseñanza privada como los de la estatal, habían de
realizar unas pruebas específicas orales y escritas ante comisiones presididas
por el Inspector de la zona corresppndiente.
Nos interesa destacar un aspecto del preambulo, donde se recoge, creemos
que por última vez, el término escuela unificada. Efectivamente, el decreto reconoce la
virtualidad y la vigencia de tal
proyecto y, aunque sea muy tenuemente, recuerda que «en tanto no pueda llevarse
a cabo el principio de la escuela unificada establecido en la Constitución de
la República, habrán de establecerse también excepciones de edad para los que,
cumplidos los diez años, aspiren a ingresar en la segunda enseñanza». Este reconocimiento explícito de la
impotencia ministerial para lograr uno de los principales objetivos se une a la
excepcionalidad citada para acceder a los estudios medios, ya comentada en
páginas atrás. Pero, en conjunto, el
certificado también sirvió para mejorar las circunstancias administrativas de
este período y para fortalecer la estimación social de la enseñanza obligatoria.
Anotamos finalmente, unas
medidas tomadas en torno al bachillerato, que obligó al Gobierno a actuar en
diversos frentes legislativos. La Ley de
Presupuestos de 1935 bloqueaba la dotación de nuevas plazas para el bachillerato,
circunstancia que tiene varias interpretaciones posibles. Una, la oficial, derivada de las dificultades
económicas; otra, la real, no confesada públicamente, era la de poner nuevas
trabas a la política sustitutoria de la enseñanza confesional aprobada en
1933. En mayo de 1936 -ya con otro
hombre en Instrucción-, el Ministerio recupera la iniciativa para proveer, en
la medida que se estimara, las cátedras vacantes de Segunda enseñanza. En junio, la Gaceta publica una masiva convocatoria de concursos y oposiciones para la provisión, de
plazas en los Institutos
Sorprende comprobar, en el
terreno de los hechos, la importancia concedida a la educación durante la
guerra. Claro está que los modelos
respectivos que empiezan a predominar marcan las diferencias, de tal forma que no
serán sólo los hechos de armas los que configuren este panorama, sino la escala
de valores y los objetivos que cada zona aspira a trasladar a su sistema de
enseñanza.
A pesar de que durante el
periodo Republicano se produce una mayor atención hacia temas pedagógicos y
culturales, no se dan en el panorama educativo de las islas grandes cambios,
sino que más bien se consolidan las tendencias que se manifestaban ya a lo
largo de las tres primeras décadas del siglo XX.
La
construcción escolar durante la II República.
La incidencia más espectacular
de la política educativa de la Segunda República en Baleares se produjo en el
terreno de la construcción de escuelas primarias, intensificándose una labor
que se había iniciado en el periodo de la dictadura de Primo de Rivera. En
colaboración con el gobierno algunos ayuntamientos de las Islas elaboraron
planes de construcción de escuelas elementales para cubrir el grave déficit que
existía de plazas escolares. El más amplio de estos planes fue el que aprobó en
septiembre de 1931 el Ayuntamiento de Palma, que preveía la construcción de más
de 30 escuelas con un total de 172 nuevas unidades. Las construcciones
escolares de esta época, proyectadas muchas de ellas por el que era
arquitecto-director de las construcciones escolares del Estado en Baleares,
Guillem Forteza, son un modelo de calidad y belleza arquitectónica. No todas
las escuelas proyectadas durante este periodo pudieron realizarse
inmediatamente. Los problemas financieros y sobre todo el triunfo en Mallorca
de la sublevación militar de 1936 y la guerra paralizaron muchos proyectos.
En el caso concreto de Palma en el año 1931 era de una acuciante
falta de plazas escolares, teniendo cerca de una tercera parte del alumnado
ninguana posibilidad de acceder a una,
tal y como se contempla en el " Projecte General de Construccions Escolars
", formado por la comisión de Cultura del Ayuntamiento de Palma, tal y
como se comenta en la editorial de la revista " Sa Nostra Terra " de
octubre de 1931. En el se expone
claramente la situación real de Palma, con un censo escolar de 15.000 alumnos y
solo 5.000 plazas disponibles. También se aclara que 5.000 más podrían
colocarse en escuelas privadas, lo que cual no dejaba de ser vergonzoso en una
ciudad de cerca de 100.000 habitantes. Los datos son de 12 secciones de
párvulos, 46 de niños (graduadas y unitarias) y 40 de niñas (ídem). Pero lo
sorprendente del informe es que 63 no cumplen con los mínimos requisitos, lo
que hace un total de 35 secciones utilizables.
En la Pág. 83 del número de febrero
de 1932 de la revista Sa Nostra Terra se hace referencia al numero de
proyectos de edificios escolares presentados. Hay un total de 43 en el concurso
que organizado por la comisión de Cultura del ayuntamiento de Palma. Fue hecho
en la lonja, visitado por mucho público y los edificios fueron de Estilos
diversos, desde el clásico mallorquin-catalan hasta el modernismo alemán. Si
esta era la situación de la capital, es fácil imaginarse la situación de la
Part Forana. Así tenemos que en el primer bienio republicano constituye un
momento histórico ya que es cuando más escuelas se construyen en las islas.
Según el Arquitecto Forteza recibió importantes encargos de construcción y
reconstrucción de escuelas entre 1931 y 1932, citando como ejemplo Son
Españolet y Jaume I en palma, habiendo también proyectes en Puigpunyent, Alaró,
Muro, Algaida... y un largo etc. Sin duda la mayor etapa constructiva de la
historia.
Sin lugar a dudas, el primer bienio
republicano constituye el momento histórico en que más escuelas se construyen
en las islas, circunstancia que también cambia tras el golpe militar. Asi se
abrirá un paréntesis constructivo muy largo, hasta 1953.
La Renovación pedagógica.
También el clima de renovación
educativa y la difusión de las ideas de la Escuela Nueva que se había iniciado
a principios de siglo encuentran en el periodo republicano un ambiente
favorable. El museo Pedagógico Provincial, creado por el inspector Juan Capó
den 1919, continúa sus actividades y, a partir de 1930 se pusieron en
funcionamiento ocho secciones de trabajo: Estudio del niño, Educación de la
mujer, Arte, Agrícola, Geografía e Historia, Ciencia de la naturaleza, Trabajos
manuales y Bibliotecas y publicaciones. La sección dedicada al estudio del
niño, que estuvo dirigida por el maestro Llorenç M. Durán y Coll y
posteriormente por el médico psiquiatra Joan Ignasi Valentí, realizó una
importante tarea en la difusión de los avances de la psicología infantil. Por
medio de publicaciones locales, como el Magisterio Balear, o que tenían
difusión en las islas, como el Butlletí del Mestres o las de la revista de
Pedagogía, fueron mejor conocidos y aplicados en algunos casos los principales
sistemas de la Escuela Nueva. La figura de Joan Comas i Camps, nacido en 1900 y
residió en Mallorca hasta 1939, es clave dentro de la política educativa de la
II república en su fase final. Su vida corre en paralelo a las corrientes de
renovación educativa más importantes del siglo y su vida profesional tampoco se
comprendería sin señalar el contexto pedagógico europeo ni mundial. Gracias a
él comprendemos mejor la intensidad con la que se vivía la inquietud educativo
en las islas, la cual es fundamental para el desarrollo de su politica.
Ideologicamente estaba lejos del pensamiento educativo-confesional y no se
identifica con la corriente anarquista de Ferrer i Guardia. Así que tiene una
formación liberal y institucionalis, participa y milita activamente en la
perspectiva socialista aplicada al enseñamiento.
Por influencia de las ideas higienistas y de
la preocupación por la salud infantil se
produce, a partir de 1931, un incremento del número de colonias infantiles, que
ya se venían realizando en Baleares desde finales del siglo XIX.
El apoyo que presta el Ayuntamiento palmesano
de la etapa republicana a las actividades educativas al aire libre es una de
las consecuencias de los escritos sobre la labor educativa e higiene que
realiza el médico y político republicano, Emili Darder (1895-1936),
posteriormente alcalde de palma. Como presidente de la Comisión de Sanidad
redacta un " Reglamento para la Inspección Médico-Higiénica Escolar, que
fue aprobado en abril de 1932. Este documento atiende a todos los aspectos
relacionados con la salud infantil y traduce una clara conciencia de la
importancia que debe darse al desarrollo físico y psicológico del niño de
acuerdo con los principios científicos más avanzados en aquella época.
Las
misiones pedagógicas.
Representa
el modelo más genuino de la actuación que la I.L.E. se planteó: defender la
necesidad de la extensión universitaria.
Su objetivo es doble; de una parte tratar de ayudar a los maestros
rurales, ofreciéndoles a través de una comunicación directa el estado actual de
las ciencias educativas. Por otra parte,
se pretende ayudar en el proceso de culturización del pueblo a través de
conferencias y charlas que deben versar, fundamentalmente, sobre temas de
actualidad.
La Misión está compuesta por un
número no determinado de profesores universitarios que se ofrecen gratuitamente
a visitar los distintos pueblos.
Generalmente son personalidades del mundo intelectual y en su mayor
número afectos al ideario institucionista.
La tarea se divide en tres partes diferenciadas. La parte pedagógica, dedicada a los maestros,
consta de dos sesiones. Por la mañana, y
utilizando la propia aula donde se desarrolla la tarea escolar, los misioneros
ofrecen una clase práctica que pueda servir a los maestros de la zona de
orientación y de discusión posterior.
Por la tarde, reunidos de nuevo los misioneros y los maestros que
asisten a la Misión, se expone a través de conferencias la situación de la
investigación pedagógica en aquellos asuntos que puedan servir de ayuda a los
participantes. La discusión entre maestros
y misioneros cierra la primera parte de la tarea.
Al anochecer, cuando las tareas
agrícolas han finalizado y es más fácil la concurrencia de los habitantes del
lugar, los misioneros se trasladan al local más amplio o de más sencilla
acogida del pueblo, generalmente aquél donde celebran sus bailes los
jóvenes. Se produce entonces la
exposición a través de la charla de aquellos temas que pueden resultar de un
máximo interés para los concurrentes, y muy especialmente se dedica un tiempo a
la discusión de la nueva Constitución republicana y al análisis de los derechos
y deberes de todos los ciudadanos en el contexto de la nueva situación
política. Se pretende, evidentemente,
que ni uno solo de los ciudadanos de la República desconozca cuál es la nueva situación
del Estado, qué ha significado el triunfo de la República en el marco de las
libertades ciudadanas, y cuál es el significado que cada uno de ellos ofrece en
el camino hacia la consolidación de la nueva sociedad. La República pretende llegar hasta el
campesino para que el campesino construya la democracia.
Terminada la sesión dedicada a
la educación ciudadana, la tercera parte del programa tiene como objetivos la
educación cultural difusa a través de los medios de diversión más
modernos. Y aquí es necesario hacer hincapié
en el papel juzgado por el Patronato de Misiones Pedagógicas en la tarea de
difusión de medios de comunicación como el gramófono y el cinematógrafo. El gramófono será utilizado para las veladas
musicales. A través de él, las obras de
los grandes compositores llegarán con facilidad a lugares que, de otro modo,
jamás los hubieran conocido. También
nuestra música de zarzuela o nuestras canciones populares tienen un lugar en la
sesión. Y junto al gramófono, la gran
atracción que el cinematógrafo representaba.
Era difícil, aunque se popularizaría rápidamente, que los pequeños
pueblos de nuestra geografía pudieran contar con un cinematógrafo. Los Misioneros se lo brindaban utilizándolo
también, a través de diversos documentales, para incidir en su formación
cultural. Las bellezas arquitectónicas
de nuestro país, nuestras bellezas paisajísticas, nuestros hombres públicos...
todos ellos podían convertirse en elementos de la sesión cinematográfica. El resultado, el interés que la llegada de
las Misiones despertaba en cada pueblo.
Rodolfo Llopis, haciendo un
resumen de la labor desarrollada en este aspecto por el Patronato de Misiones
Pedagógicas, afirmará que participaron en las mismas, en una colaboración
absolutamente desinteresada, treinta y tres profesores universitarios que
realizaron treinta y cuatro salidas. Los
pueblos visitados fueron ciento cincuenta y ocho, y si en un primer momento se
podía afirmar que la asistencia del público se refería fundamentalmente a los
jóvenes, muy pronto, cuando los habitantes de los distintos pueblos comprendían
que no se trataba de un mitin político más, sino que por el contrario se
ofrecía un conjunto de diversiones y enseñanzas que poco o nada tenía que ver
con el clientelismo político, todos, sin excepción, se decidieron a participar
en las jornadas educativas.
Y es en esta asistencia unánime
donde las Misiones encuentran su auténtica razón de ser. En el fondo se trataba de seguir el mismo
camino que la Iglesia Católica se había planteado con anterioridad. La democracia debía llegar a todos los
hogares para que todos y cada uno de sus miembros comprendiera lo que
significaba. Y el único camino posible,
era el camino de la educación cultural, que no sólo serviría para ganarlos para
la República, sino igualmente para prepararlos para afrontar el diario quehacer
desde una dimensión diferente.
En Mallorca, es muy probable que la primera
noticia comentada que se da de las misiones fuera a través de los diarios de la
pluma de la profesora de la Escuela Normal Rosa Roig, que colaboraba con la
prensa local y así expreso el espíritu de las misiones en sus columnas de
carácter pedagógico e institucional. Pero no expone en ellas un reto o un
proyecto de trabajo, solo expone la necesidad de las mismas. En un principio el
Patronato de misiones pedagógicas se limita en las islas a crear desde Madrid
una serie de bibliotecas publicas, 61 en 1932 y 27 en 1933. Cada una constaba
inicialmente de 100 volúmenes, papel para forrarlos y tarjetas para marcar los
puntos de lectura. La Federación escolar Balear organiza las primeras misiones
en Mallorca en 1933. El plan de trabajo que ofrecían era de organizar diversas
actividades culturales, tal y como se explicaba a los alcaldes. Se sabe que en
la realidad los programas de las misiones pedagógicas se elaboraban sobre la
base de una función casi siempre de tipo teatral, además de conferencias,
charlas sobre la historia del pueblo y poco más. En realidad el programa de las
misiones no se lleva a cabo en todas sus posibilidades, sabiéndose por la
memoria del patronato de 1934 que no existía en ella presupuesto para Mallorca,
por lo que las que se realizaban en la isla era más por voluntad que por
presupuesto. En el ámbito de Estado las misiones desaparecieron cuando la
asignación del segundo presupuesto de las derechas durante el bienio radical
cedista, el mes de junio de 1935. En Mallorca continuaron las actividades
gracias a la ilusión y el dinero de unos pocos. La convicción y el afán de que
a través de la cultura se podía tomar conciencia de la realidad no había
desaparecido a pesar de los impedimentos que se les ponía.
BIBLIOTECAS.
Ya hemos afirmado, al hablar de
los elementos que deben integrar la nueva escuela Activa que la República
estaba creando, el papel que en la misma debía jugar la biblioteca como centro
de irradiación de cultura para todo el pueblo.
Y ya hemos indicado, igualmente, que su dirección y mantenimiento corrió
a cargo del Patronato de Misiones Pedagógicas.
El sería quien seleccionara los volúmenes a entregar así como la
selección de las iniciativas que los maestros presentaban. En Mallorca la
situación de las bibliotecas la podemos rastrear gracias a un interesante
articulo dividido en dos parte de don Joan Pons i Marques publicado en dos
números del año 1931 de la revista Sa Nostra Terra. En el hace un recorrido por
las distintas bibliotecas de Mallorca y sus volúmenes. Y lo realmente
interesante son sus ideas de que cada una debe ampliarse y especializarse, a la
vez que deben ser más accesibles a un público de cada vez mayor. Termina el
articulo recordando que la reforma es necesaria y urgente. Yo diría que aun
nadie lo ha escuchado.
ASSOCIACIÓ PER LA CULTURA DE MALLORCA.
La difusión de la lengua
Catalana y de la cultura propia fueron los objetivos de la Associació per la
Cultura de Mallorca, que había sido creada en 1923 y que reinició en 1930 sus
actividades después de un obligado paréntesis a causa de la dictadura de Primo
de Ribera.
La República es la consecuencia de la
formación social iniciada el siglo pasado y que culmino con el ascenso de la
burguesía al poder, reforzándose al mismo tiempo las tesis nacionalistas (
Catalunya, Galicia...); A pesar de ello el modelo de clases que se asumió en
las islas no era, una vez más, el que oficialmente se asumía en las directrices
del estado. La derecha seguía prepotente aquí, respaldado por el poder
económico que aportaba Joan March; a pesar de ello, la lenta aproximación de
las clases medias y burguesas a la cultura impulsaría el desarrollo de un
nacionalismo político y autonómico; todo y que la izquierda no plantara cara al
gobierno conservador, vencedora de las elecciones locales.
Sin lugar a dudas el L'associació per la
Cultura de Mallorca la máxima exponente en el desarrollo de la temática
nacionalista. Esta asociación asume conscientemente y por primera vez, el hecho
y la acción educadora como elementos esenciales en el mantenimiento y la
reproducción de las tesis nacionalistas.
Para comprender la importancia que tuvo L'Associació
per la cultura de Mallorca dentro de la educación mallorquina durante
la segunda República intentare hacer un pequeño intento de acercamiento a la
idiosincrasia de esta institución y analizar su obra más importante a mi
entender: la redacción de l'avantprojecte
d'estatut de les illes Balears.
L'Associació per la cultura de Mallorca fue una entidad fundada en 1923
en Palma y perduró hasta el año 1936. Esta asociación nación de una proclama
del mismo año firmada por nombres tan ilustres como Jaume Sastre, Andreu
Bordoy, Joan Capó, Guillem Colom, Miquel Duran, Llorenç Garcias, Pere Oliver y
Josep Claverol, siendo presidía sucesivamente por Elvir Sans i Roselló (
1923-1924 ), Emili Darder (1925-1931), Miquel Massuti(1932-1933) y Josep Sureda
i Blanes (1934-1936).
Su constitución estuvo al margen de cualquier
tipo de partido político, teniendo como objetivo difundir e impulsar la lengua
Catalana como soporte de la cultura autóctona, agrupando a los sectores más
activos de la elite intelectual mallorquina. Sus principales actividades fueron
organizar Jocs Florals; conferencias de temas científico, cultural e
higiénicos; cursos de lengua, historia del arte i arqueología; exposiciones
forales, homenajes, conmemoraciones... Además de publicar un boletín, también
publica textos elementales de historia.
Durante la II República se organiza dentro Joventut Escolar, una nueva sección que
pretendía buscar un compromiso de la juventud con la cultura y la ciudadanía,
formándolos en un espíritu cívico y
mallorquinista en la juventud, por encima de opciones políticas
concretas. Además, quería romper con la concepción literaria y elitista de la
cultura, relacionándose con la agrupación catalana La Palestra. Realizaron diferentes actividades como conferencias,
excursiones, cultura física y cursillos de lengua. Fue presidida por Joan Jaxo
Tous. Muchos de los estudiantes mallorquines no se atrevieron a dar el paso de
ingresar en Joventut Escolar y
siguieron dentro de la federación de estudiantes católicos, lo que provocaría
enfrentamientos entre las dos agrupaciones. Otros estudiantes, la mayoría
estudiantes de magisterio y procedentes de las capas medio-bajas de la
sociedad, eligieron el camino de la lucha política y no aceptaron tampoco las
proposiciones utópicas de Juventut
Escolar.
Durante el periodo republicano, la Associació
per la cultura de Mallorca, que tenían filiales en distintos pueblos de la
isla, organizó diversas actividades, como cursos de lengua catalana y de
historia de Mallorca; conferencias sobre temas científicos, históricos,
artísticos y sanitarios; exposiciones; conmemoraciones, y otros actos. Para
facilitar el conocimiento de la lengua catalana y su uso escolar publicó, en
1931, la obra de Jaume Busquets, Curs pràctic d'Otografia i elements de
gramàtica. A lo largo de su existència la Associació editó varias publicaciones periódicas. En una
de ellas, Sa Nostra Terra (1928-1936), se abordaron frecuentemente temas
pedagógicos. En el terreno de la educación popular hay que citar también la
entusiasta labor desarrollada en esta época por María Mayol al frente del Foment
de Cultura de la Dona, de Soller. La defensa del uso escolar de la lengua
catalana encontró también un colaborador en Andreu Ferrar, colaborando desde
Mallorca en la Associació Protectora de L'Ensenyança Catalana y publicó en 1931
una Cartilla Mallorquina para uso de los escolares.
La difusión de la lengua catalana en las
escuelas de las islas no encontró en el gobierno republicano el apoyo legal
necesario al no hacerse extensivo a Baleares, a pesar de las peticiones que se
hicieron, las disposiciones contenidas en el decreto sobre bilingüismo escolar
en Cataluña de 30 de abril de 1931
De la L'Associació per la cultura de Mallorca, en
la cual convivían en harmonía elementos políticos desiguales, nació en abril de
1931 l'Avantprojecte d'Estatut de les
Illes Balears. Este proyecto fue publicado en el numero de abril de ese
mismo año en la revista Sa Nostra Terra.
En este anteproyecto es muy interesante el intento de regular la enseñanza en
las islas, la cual seria competencia del gobierno balear en primaria, secundaria
y técnica, dejando las competencias universitarias al Estado por motivos
geográficos, como bien explican en el preámbulo. En el Titulo II, articulo 10
se menciona que la diputación insular de Mallorca dispondrá a uno de sus seis
conselleres para la Instrucción y la Cultura. En el Titulo III, articulo 24 se
dispones que la enseñanza primaria y secundaria; Las escuelas Normales y
Técnicas de Comercio, Capataces, Industria, Agrícolas, y escuelas de Patronos
de Cabotaje y de Pesca, de Artes y Oficios, etc. Serán funciones dependientes
de la organización autónoma regional. En el mes de septiembre de ese mismo año, se expone en la misma
revista lo que se considera ya el Projecte
d'Estatut Autonomic de Mallorca i Eivissa, discutido y aprobado por la Asamblea
de Ayuntamientos y entidades convocadas por el Sr. Presidente de la Diputación
Provincial de Baleares y reunidos en el Teatro Principal de Palma los días 20,
21, 22 i 23 de julio de 1931. Como
curiosidad mencionar que las únicas asistentas femeninas eran María Mayol y
Francesca Rotges, las dos miembros de Fomento de Cultura. Además, María Mayol,
perito mercantil, fue candidata a diputada por la coalición
republicanosocialista en las elecciones de 1933. En este proyecto se declaran
lenguas oficiales del territorio la materna y la Española. En el titulo II,
articulo 10 se menciona que uno de los ahora siete conselleres será de
Instrucción y Cultura. En el articulo 22 del titulo III se especifica que la
enseñanza primaria y secundaria; las escuelas Normales y Técnicas de Comercio,
Capataces, Industria, Agrícolas, y escuelas de Patronos de Cabotaje y de Pesca,
de Artes y Oficios... y de los Archivos, Bibliotecas, museos y similares, se
dispone que su legislación será tarea
del gobierno de la República, pero será labor de la diputación la
insular su ejecución. Quizá el articulo más curioso sea el numero 24 en el que
en referencia a lo anterior, especialmente para la enseñanza y para algún
aspecto accesorio a lo mismo, la Diputación de Mallorca se reserva el derecho
de concertar interinidades enteras, condicionadas y provisionales, con la
República Española, el Estado Catalán u otro, en tanto no se llegue a la
implantación definitiva de toda la administración autonómica. Esto demuestra la
unión que existía entre los dirigentes mallorquines con Cataluña.
La actual Obra Cultural Balear, nacida en
1962 es la verdadera continuadora, en espíritu y forma de L'Associació per la Cultura de Mallorca, ya que también
considera la cultura y la educación como elementos primordiales para iniciar la
construcción nacionalista.
LOS LIBROS DE TEXTO
En
la reforma del Consejo de Instrucción Pública parece, por otra parte,
mantenerse presente la idea, largo tiempo acariciada por D. Francisco Ginel - y
por los institucionistas, de crear un organismo que, compuesto por los
representantes de todos los estamentos científicos y sociales, tuviera a su
cargo la dirección de la vida educativa del país. A él se le encomendaría la creación de los planes
de enseñanza, la fijación de programas y determinación de niveles... reservando
para el gobierno, en lo que a educación popular se refiere, la tarea de
administración. Cierto que la visión liberal que acompaña al creador de la
I.L.E., no se da con la misma intensidad en los creadores de la escuela de la
República fuertemente influenciados tanto por su procedencia socialista cuanto
por las necesidades reales del país, pero si los hombres del Ministerio de I.P.
no están dispuestos a dejar en manos de un organismo social independiente la resolución
de los problemas educativos del país, si estarán dispuestos a apoyar el
nacimiento de un órgano que, formado por los hombres que viven e investigan el
problema de la educación del pueblo, colabore estrechamente con el ministerio
en la resolución del mismo. Y ésta será, en definitiva, la misión que al nuevo Consejo Nacional de Cultura
se le impone.
El problema de los libros de
texto puede constituir un ejemplo paradigmático de esta colaboración del
Consejo con el Ministerio. Según se
indica en el decreto de 9 de septiembre
de 1931, el problema de los libros de texto y de lectura es un mal
endémico en nuestro país que alcanza a todos los niveles de la enseñanza. Los abusos en torno a los libros de texto y
de lectura se producen, en opinión de los hombres de la escuela de la
República, en torno a tres condicionantes: fijación de un libro de texto o de
lectura única para todos los escolares con la consiguiente obligación de
adquirirlo; fijación de precios abusivos para los mismos; publicación de libros
de apuntes por los catedráticos de cada asignatura que obligan a sus alumnos a
la adquisición de los mismos. El Ministerio de 1.P. está dispuesto a terminar
con dicha situación y para ello dispone:
1) Queda prohibido en todas las instituciones educativas el libro
de texto o de lectura única.
2) El Consejo de Instrucción Pública seleccionará anualmente una
serie de textos para cada disciplina de entre los que el ministerio
seleccionará los más adecuados.
3) El Ministerio de I.P. se reserva la potestad de fijar los precios
máximos para los libros que hayan sido seleccionados.
4) Ningún profesor podrá fijar como texto obligatorio sus propios
apuntes ni fijar un texto único para su asignatura.
5) De entre los textos seleccionados por el Consejo de Instrucción Pública
los alumnos podrán elegir aquél o aquéllos que estimen más conveniente para
preparar la materia.
6) Todo libro de texto o de lectura deberá ser individualmente
aprobado por el Ministerio de Instrucción Pública.
Y en este mismo plano de
estrecha colaboración entre el Ministerio y el Consejo, el decreto de 15 de
agosto de 1931 establece que, siempre
que el Consejo de Instrucción Pública lo considere necesario para el desempeño
de su labor, sus miembros podrán adquirir la categoría y funciones de los inspectores
generales. Se aprueba la percepción de
dietas por los mismos y su potestad para elevar informe tanto al Consejo de
Instrucción Pública cuanto al propio ministerio de las instituciones educativas
visitadas. Se pretendía con ello hacer
efectiva la misión de inspección que al Consejo se habla entregado por lo que
al plan general de la enseñanza hacía referencia.
El tema de los libros escolares
y de texto se plantea durante la época republicana de forma especialmente
significativa en Cataluña donde la aplicación del Decreto de bilingüismo
imponía necesidades urgentes en materia de publicaciones escolares. El Decreto
que establecía la incorporación del catalán en la enseñanza primaria en el
Principado de Cataluña fue la primera disposición tomada en materia de
educación por el Gobierno provisional de la República el 29 de abril de 1931.
Por primera vez desde hacía un siglo y medio, la lengua catalana era juntamente
con el castellano, lengua oficial en las escuelas primarias de Cataluña. Esta
situación planteó nuevos problemas entre los cuales los más inmediatos, la
falta de formación lingüística de los maestros y la de los libros escolares.
Las empresas editoriales emprendidas durante la época de la Mancamunitat no
fueron suficientes para surtir de libros escolares a las escuelas catalanas ni
para responder a las nuevas orientaciones metodológicas. Sin lugar a dudas una
problemática que también afectó a las islas.
La educación de la mujer.
A las puertas del siglo XXI,
cuando la escolarización es obligatoria hasta los dieciséis años y el numero de
universitarias isleñas es el más alto del Estado (52,9%), es bueno dar un
vistazo a la situación de la mujer mallorquina durante épocas no tan lejanas.
La educación de la mujer mallorquina desde el último tercio del siglo XIX hasta
la década de los cuarenta estuvo condicionada por los factores socioeconómicos,
políticos y culturales que, aunque no son muy diferentes del resto del Estado,
en Mallorca presentan unas características especiales. Ello es fruto de un
largo déficit histórico en ésta materia, que si bien tiene factores externos importantes, los
propios de una sociedad cerrada como la nuestra por circunstancias obvias, no
son despreciables y si determinantes para explicar el alto grado de
analfabetización, especialmente acuaciante entre las mujeres. Las causas son
diversas: el desinterés de las autoridades, las presiones caciquiles en las
zonas rurales, la falta de escuelas y de maestros, determina que uno de los
derechos fundamentales como es la educación se viera reservado a una minoría.
Además, el rechazo tanto familiar como social que suponía el hecho que la mujer
abandonara su espacio tradicional - el hogar, los hijos o el trabajo del campo
- por la escola. Ser mujer y a la vez instruida, rompía una de las leyes no
escritas pero más intransigentes de una sociedad cerrada en si misma, alejada
de una Europa donde las mujeres comenzaban a reivindicar públicamente sus
derechos.
Si
bien es cierto que desde la fundación a finales del siglo XVIII de las llamadas
costures, regentadas por religiosas y
donde se enseñaban tareas relacionadas con la administración domestica. Una de
las excepciones sería el Colegio de la Purísima con más de 240 niñas. Visto
desde una perspectiva actual, al margen de la pobre calidad de las enseñanzas
impartidas, lo que tenían en común las escuelas femeninas era la diferencia
entre sus planes de estudio y los masculinos, lo que suponía una discriminación
que repercutía en la imposibilidad de igualar a los sexos en el ámbito profesional,
prolongándose esta situación hasta bien entrado el siglo XX. A pesar de todo,
hay una serie de iniciativas ya a finales del siglo XIX que contribuyeron a
mejorar ligeramente el nivel educativo de la mujer isleña. El Instituto Balear,
la Escuela Mercantil o la Escuela de Maestros, entre otras, ofrecían a las
mujeres la posibilidad de formarse intelectualmente, primer paso para acceder
al mundo laboral y poder desarrollar trabajos cualificados. Y hasta que
llegamos a la Segunda república, las cosas habían mejorado, encontrando entre
1901 y 1925 unos 48 colegios femeninos
privados, la mayoría perteneciente a órdenes religiosas.
La
llegada de la República el 14 de abril de 1931 justo comenzada la primavera,
fue la esperanza para millones de personas en este país. La República, con
todas sus contradicciones, fracasos y errores se propuso moderniza el país y
dignificar la vida de sus habitantes. Asi planificaron una reforma educativa
que cambiara las orientaciones anteriores, que la escuela no fuera dogmática y
lo más importante quizás y es que tanto niños y niñas siguieran con un mismo
plan de estudios y que tuvieran las mismas oportunidades para acceder a unos
niveles educativos acordes con sus capacidades intelectuales. La enseñanza no
podía limitarse a transmitir conocimientos, lo que incorporaba era la
integración de las personas, sin distinción de sexos. La República aprobó leyes que hacían efectiva
la igualdad entre mujeres y hombres. Con la República se reconoce
constitucionalmente toda una serie de derechos que otorgaban a la mujer una
mayor autonomía y una presencia más activa en la vida pública. Con el derecho a
votar y a ser votadas fue posible que apareciesen las primeras diputadas:
Victoria Kent, Clara Campoamor,
Margarira Nelcken o María Lajarra por partidos de izquierdas, y Francisca
Bohigas por la derecha. Y son dos mujeres, Dolores Ibárruri y Federica
Montseny, las dirigentes a nivel estatal del partido Comunista y de la C.N.T.
Todas ellas eran las portavoces de millones de personas que creian firmemente
en una nueva sociedad y que querian reformas urgentes. Dentro del sector de
mujeres activas de la República un importante numero eran maestras, ocupando
muchas de ellas cargos dentro del sistema escolar, participando en la
renovación pedagógica, preparando nuevos libros de textos y nuevas lecturas
además de ocupar cargos dentro de la política que no tenían que ver
directamente con la educación. En el ámbito local tenemos a María Plaza y
Muntanes ( Palma 1900-1990). María Plaza fue maestra en Búger y desde bien
joven participó activamente en política. Militante del Partido Socialista y de
UGT fue depurada durante la Guerra. Estaba convencida que nunca le concederían
el reingreso y por ello estudió farmacia en Madrid, convirtiéndose en la farmacéutica
de Sa Calatrava. Y siguió luchando, primero en la clandestinidad y luego en la
democracia. Le preocupaban los problemas sociales que afectaban a los más
desfavorecidos, hombres y mujeres. En la actualidad un centro cultural y una
asociación llevan su nombre. En 1992, a titulo póstumo se le concedió el premio
Rosa Manzano por su destacada labor en el campo social.
La amplia reforma educativa llevada a cabo
por la república llega a las Islas, que según el inspector Joan Capó " la
provincia más desatendida de todo el Estado". En 1931, el índice de analfabetismo continuaba siendo el más
alto del Estado, las escuelas de niñas regentadas por ordenes religiosas eran
581 y 180 las pertenecientes a la
escuela pública. Un ejemplo es la Escuela Decroly, en Campanet y fundada por
Miquel Buades i Riber. Fue un centro de enseñamiento privado considerado una de
las experiencias más innovadoras de la isla. La coeducación, el laicismo y una
metodología absolutamente moderna definen este centro, inaugurado el 1934 y clausurado
el 1936. Tenia sesenta alumnos y la proporción de niñas se puede considerar
alta, al ser de unas doce.
Pero las reformas de la República provocan
tensiones, la situación es de cada vez más crispada y se radicalizan las
posturas. Los años treinta las mujeres se moviliza y defienden de manera firme
sus derechos y sus opciones políticas. Siguiendo los modelos de las
organizaciones estatales, tenemos asociaciones femeninas conservadoras como Acción Católica o la sección Femenina de
la Falange que tenían entre otros objetivos luchar contra la secularización de
la Escuela y del Estado y organizan actividades diversas para no perder el
control sobre unas mujeres que están de cada vez más instruidas y, además, ya
tienen derecho a votar. Las asociaciones de izquierdas también tienen
representación en Mallorca, como demuestra el acto realizado en la Casa del
Pueblo en Palma en 1936 y donde se congregaron más de dos mil mujeres
asistentes.
La problemática de la mujer es un tema
candente y polémico, bien presente en la prensa isleña de la época. Hay
publicaciones específicamente femeninas como Vida Femenina Balear o Concepción Arenal, pero cada medio tiene
su propia corriente ideológica. Los periódicos conservadores critican el papel
cada vez más activo que estaban tomando las mujeres, considerándolo como un
peligro para la estabilidad familiar y las tradiciones. Un hecho también
peculiar de la sociedad isleña es la falta de consolidación de las
instituciones educativas privadas laicas a causa del fuerte arraigo y expansión
de las congregaciones religiosas entre 1897 y 1915. A pesar de ello, podemos
citar algunas experiencias que demuestran el interés que hubo por determinados
sectores sociales, sobre todo la burguesía liberal, por educar a sus hijos e
hijas según unas pautas pedagógicas modernas, siendo la de más larga duración,
entre 1910 y 1936, la escuela Alemana, de la cual María Mut y Mandilego fue
directora y propietaria.
La sublevación militar de julio de 1936 y la
inmediata postguerra convertirán los sueños de millones de personas en
pesadillas. Una larga lista de miserias y calamidades destrozaron deseos
individuales y proyectos colectivos. Aurora Picornell fue asesinada el cinco de
enero de 1937, en el cementerio de porreres. La acusaban de comunista y junta a
ella murieron también Catalina Flaquer y las hermanas Antonia y María Pasqual i
Flaquer; otras muchas fueron encarceladas
y una vez liberadas se vieron privadas de la posibilidad de volver a ser
las mismas ya que fueron depuradas al ser peligrosas para el nuevo sistema.
Este nuevo régimen tiene muy claro cual es el papel de la mujer dentro de él :
Madre y esposa. Una mujer dedicada a cuidar a sus hijos y a educarlos dentro de
la más estricta ortodoxia católica. Educarlas para la vida, la gran pretensión
de la República, queda en el pasado. Ahora se las debe volver a educar para la
casa. La nueva política educativa prohibe la coeducación.
Como ya he señalado a lo largo de todo el
trabajo, la educación fue uno de los pilares en los que se fundamentaba la II
República Española. A lo largo de la historia contemporánea española nunca tuvo
tanta importancia como en este periodo, y no volvió a intentarse un proyecto
tan innovador hasta que no llega la constitución de 1978, tras un largo periodo
que supuso el fin de muchas esperanzas, todas ellas reflejadas, sino total si
parcialmente, en ese primer bienio ya lejano de 1931-1933 en el que el pacto
entre republicanos y socialistas hizo soñar en una sociedad mejor.
El primer ministro de Instrucción Pública fue
Marcelino Domingo, el espíritu de la renovación pedagógica, algo fundamental
para salir de anquilosamiento cultural que tradicional había estado sumido la
población. Fernando de los Ríos fue la encarnación de la realización de medidas
valientes y urgentes que se necesitaba para Asi salir del pozo cultural en que
estaban sumidos. El puente entre estas tendencias fue Rodolfo Llopis, impulsor
de la Escuela única. En el ministerio de Marcelino Domingo tres decretos dieron
el pistoletazo de salida para lo que seria el ministerio Fernando de los Ríos:
El reconocimiento del catalán como lengua de ensañamiento en Cataluña, lo que
era un gran paso adelante para las expectativas de la nación catalana que
Madrid reconociera no solo su lengua sino su derecho de utilizarla, usarla y
enseñarla. La medida de no obligatoriedad de la instrucción religiosa era el
preámbulo de un gran movimiento anticlerical que buscaba el final de unas
estructuras tradicionalistas que dificultaban la libertad, la integración y
casi todo lo que significaba el espíritu republicano. Otro golpe a la iglesia
fue la regulación del intrusismo, algo que afectaba a la mayoría de los centros
religiosos que se dedicaban a la docencia, los cuales no tenían títulos. Con la
llegada de Fernando de los Ríos al ministerio, también la regulación de la
república al ya tener una constitución que lo amparase. Si hay que señalar algo
de su ministerio es el del problema religioso. Sin lugar a dudas su mandato es
el más intenso, con cuidado
planteamiento general y con medidas interesantes para llevarlo a cabo.
La cuestión del problema religioso comenzó con la disolución de la compañía de
Jesús y acabo con la ley de confesiones y congregaciones religiosas. Su
planteamiento era obligado no sólo porque el republicanismo hablaba
implicitatamente de ello sino porque toda la jerarquía eclesiástica, por
ejemplo el cardenal Segura, arzobispo de Toledo y primado de España, mostraba -
aun defendiendo la doctrina de la indiferencia de la iglesia ante las formas de
gobierno- inequívocas simpatías hacia la monarquía, tal y como dicen sus
pastorales. El articulo 26 de la Constitución, relativo al problema religioso,
dividió al gobierno. No es pues, extraño
que tema religioso se convirtiera en cuestión política de suma importancia y
cada vez más explosivo. La razón de ese ataque de los Ríos a la iglesia es su
influencia en la enseñanza privada con relación a la enseñanza publica. Este
paso era muy importante tanto para cambiar la influencia de la iglesia en las
nuevas generaciones como para fomentar el uso y la cantidad de la educación
pública. También era un paso fundamental para la democratización de la misma.
Pero el problema religioso, más allá de lo
visto en el ámbito educativo, tuvo consecuencias graves para el estado, el cual
tenia que haber encontrado otras soluciones, perdiéndose fuerzas que deberían
haberse dedicado a otros aspectos más necesarios. También la iglesia sufrió las
consecuencias de todo ello, buscando defensa en los grupos más radicales de la
sociedad. Este sería la causa, entre otras, del cambio de gobierno de 1933 y un
poco más tarde una de las causas de la Guerra Civil.
En un intento de buscar una relación de esta
legislatura en Mallorca, no hemos encontrado mucha información sobre el
problema religioso en la isla. Lo más seguro que debido a la propia dinámica de
la sociedad mallorquina impidiera una exaltación en las posturas, o que no
hemos consultado las fuentes necesarias. Pero si ha sido interesante comprobar
como en Mallorca ya existía un grupo de personas interesadas en salvaguardar y
difundir la cultura mallorquina, siendo importante en esos planteamientos la
educación, la historia, el arte y todo lo que se refería en divulgación
cultural. Otro punto interesante de esta organización es la plasmación de sus
ideas en un proyecto de autonomía, algo realmente interesante que defendía y
regulaba muchas cuestiones importantes. Y a parte de la llegada de la
renovación pedagógica a las escuelas de las islas, la importante tarea
constructiva de escuelas en las islas para solucionar el déficit histórico que
se sufría, el magnifico intento de llevar a todos los lugares de la isla la
cultura gracias a las escuelas pedagógicas, la legislación educativa permitía
que la mujer recibiera por fin los mismos derechos que los hombres a la
educación, siendo igualitaria y con las mismas posibilidades. Este punto, la
educación femenina, quizás no fuera fundamental en el desarrollo de la política
republicana, pero si para la mitad de la población española, hasta entonces
privada de unos derechos fundamentales, muchos de los cuales pasaban por la
educación, tanto para poderlos ejercer como para que se les dejara ejercerlos.
La guerra civil fue el fin para todo este
proyecte iniciado durante el primer bienio republicano y recuperado durante el
año 36 con el gobierno de izquierdas.
Las nuevas autoridades tomaron inmediatamente una serie de medidas para
adecuar la educación a las directrices del nuevo régimen. En primer lugar se
suprimen todos los organismos que se encargaban de la educación durante el
periodo republicano y se pone la organización escolar bajo el estricto control
del gobierno civil. La iglesia recupera su influencia en la enseñanza
anulándose todas las disposiciones que
limitaban la enseñanza de las ordenes religiosas. Se obliga a la enseñanza de
la religión en todos los niveles y a que se repongan en las aulas los
crucifijos que habían sido retirados por orden del gobierno republicano. La
coeducación queda terminantemente prohibida. La enseñanza se somete a un estricto
control ideológico y político. Todos los directores de los centros escolares
públicos son suspendidos de sus cargos y nombran a otros nuevos de entre las
personas adictas al nuevo régimen. Los directores de los centros privados deben
solicitar permiso para seguir ocupando sus cargos y para mantener los centros
en funcionamiento. Los funcionarios docentes que a juicio de las autoridades no
inspiraban suficiente confianza fueron separados de la enseñanza. Muy pronto se
inició el proceso de depuración de todos aquellos profesores, maestros o
catedráticos que hubieran desarrollado actividades que pudieran ser
consideradas como contrarias al nuevo régimen.
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" El magisterio Balear. " del 30 de
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