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20 de octubre de 2014

El divulgador científico publica 'El viaje a la vida',




  • Lea un capítulo del nuevo libro de Punset, en exclusiva para los lectores de EL MUNDO








    • ENTREVISTA Eduardo Punset

      'Cualquier tiempo pasado fue peor'

      • El divulgador científico publica 'El viaje a la vida', un ensayo que reivindica la libertad individual y el potencial revolucionario de la ciencia frente a los dogmas y el poder del Estado

      El divulgador científico Eduardo Punset.
      El divulgador científico Eduardo Punset. JOSÉ AYMÁ

      «Conocer de dónde venimos es crucial para saber hacia dónde vamos». Eduardo Punset (Barcelona, 1936) sigue volcado en la tarea de promover el conocimiento científico como la única brújula capaz de orientarnos en el laberinto del siglo XXI. Desde que a principios de este año finalizó su larga etapa televisiva tras la última emisión de su mítica serie Redes, ahora viaja mucho menos (en el sentido literal del término). Sin embargo, su cerebro no ha dejado en ningún momento de explorar las últimas investigaciones en los terrenos de la neurociencia, la genética y otras disciplinas que intentan dar respuesta a la gran pregunta que siempre le ha obsesionado: «¿qué nos pasa por dentro?». Si en sus anteriores libros, el divulgador español más popular viajó a la felicidad, al amor, al optimismo y al poder de la mente, ahora Punset invita a su legión de seguidores (más de un millon en Facebook y 600.000 en Twitter), a acompañarle en su nuevo Viaje a la vida (ed. Destino), que llega esta semana a las librerías.
      El subtítulo de este ensayo, Más intuición y menos Estado, recuerda al famoso superventas Más Platón y menos Prozac, en el que Lou Marinoff defendía el poder de la sabiduría filosófica para afrontar el estrés, la ansiedad y la depresión rampante en nuestra sociedad. Pero Punset ni es filósofo ni en este nuevo libro ofrece nuevas recetas de autoayuda psicológica.De hecho, Viaje a la vida es una obra con un mensaje mucho más político que sus anteriores ensayos, en el que defiende un «anarquismo libertario» basado en lo que para él es un hecho científicamente demostrado: «la intuición es más válida que la razón como fuente de conocimiento».
      Punset afirma que «basta ver lo que dicen los jóvenes en las plazas y en sus móviles» para constatar que «la manada ha abandonado toda esperanza de que el Estado pueda actuar como vehículo de la reforma social». Pero esto no le parece preocupante, sino todo lo contrario: lo considera un gran avance hacia un mundo mejor, donde reine la innovación y la creatividad de ciudadanos libres frente al dogma paralizante de los burócratas.
      «Se trata de reincorporar las pautas sobre las que cimentar las libertades individuales», explica Punset en un diálogo exclusivo con ELMUNDO. «Es la quintaesencia del poder anarquista, liberal y libertario: estamos agobiados por los abusos del Estado y de la razón. Gabriel García Márquez dijo: 'Desde que yo soy yo, en las ciudades no nos matan a tiros, sino con decretos'. En l865, Bakunin predijo un siglo antes de mayo del 68 que uno de los factores de la revolución social sería la adopción de la causa del pueblo por la juventud. Se trata de maximizar los derechos individuales y minimizar el rol del Estado».

      En defensa del 'anarquismo libertario'

      A más de uno, el «anarquismo libertario» de Punset probablemente le ponga los pelos como escarpias. Pero cuando se le pregunta si teme que algunos le tilden de subversivo por los planteamientos que defiende en este libro, asegura que a él lo único que le hace temblar es «que el Estado siga carcomiento a la sociedad civil».
      Para defender su postura, Punset recuerda épocas pasadas en la historia de la Humanidad: «El agobio de las redes estatales ejercido durante unos pocos siglos ha hecho que nos olvidemos de los milenios en que nuestros antecesores lograron vivir sin el alambicado y forzoso Estado. Hace mil años, la mayoría de la gente vivia sin estructuras estatales o en situaciones de soberanía fragmentada; evitar el Estado constituía una verdadera opción atractiva por su igualitarismo, su estructura social flexible, su heterodoxia religiosa o su movilidad física». Pero ahora, el creador de Redes tiene la esperanza de que los nuevos «libertarios», movilizados con las poderosas herramientas de las nuevas tecnologías, «hagan realidad el viejo sueño de la libertad absoluta» y eliminen progresivamente «el peso del Estado».
      Frente a todos los que creen que la actual crisis económica o los constantes escándalos de corrupción son los síntomas de un mundo occidental podrido, en estado de descomposición, Punset mantiene su optimismo en el potencial de los descubrimientos científicos para impulsar el verdadero progreso de nuestra sociedad. «Hoy sabemos que la esperanza de vida aumenta dos años y medio cada década, por primera vez en la historia de la especie humana. El descubrimiento de la plasticidad cerebral ha conferido al cerebro un poder de inventiva y conocimiento jamás igualado en el pasado. Hemos descubierto, además, cuándo es más útil y productivo investigar todo esto: en la infancia, antes de los diez años», asegura.
      Y es que para Punset, la «esperanza de un cambio» está ante todo en la educación, pero en una educación que tenga en cuenta todo lo que está descubriendo la investigación científica sobre el cerebro humano.

      La plasticidad del cerebro humano

      Viaje a la vida reivindica, por ejemplo, la extraordinaria capacidad que tiene el ser humano para moldear e «incidir en sus estructuras básicas, como es el caso de la genética», frente a los que siguen creyendo que nacemos con una naturaleza inalterable. Para ilustrarlo, Punset cita un famoso estudio de la neurocientífica Eleanor Maguire, del University College de Londres, quien realizó una serie de experimentos con los taxistas de esta ciudad, y constató que su hipocampo (la región cerebral que donde se encuentra el GPS interno que nos permite orientarnos) «aumentaba de tamaño tras muchas horas de conducción por el endiablado entramado urbano de la capital británica». Punset considera que esta y otras investigaciones que han desvelado la impresionante plasticidad del cerebro humano demuestran hasta qué punto la educación y las experiencias formativas de cada ser humano pueden moldear sus habilidades intelectuales, su creatividad o la capacidad para gestionar sus emociones.
      Al mismo tiempo, Punset recuerda en su libro que el cerebro humano no es siempre igual de moldeable a lo largo de la vida, y que existe una «ventana de tiempo» crucial que hay que aprovechar durante los primeros años de un individuo. «Todos los experimentos realizados con menores confirman la utilidad de aplicar cánones educativos y de conducta adecuados, siempre y cuando se haga antes de la adolescencia», explica. «Se ha comprobado que no hay mejor forma que ésa para incidir en el comportamiento futuro de los estudiantes, que lo bueno o malo que aportemos al desarrollo de sus capacidades y su gestión emocional en esa etapa de sus vidas tendrá consecuencias definitivas cuando sean adultos».
      ¿Y cuáles son las capacidades fundamentales que, según Punset, se deben estimular y fomentar en los jóvenes para avanzar hacia la sociedad de individuos libres que él reivindica? «Por encima de todo, debemos aceptar que las competencias necesarias para que la juventud encuentre trabajo implica sustituir las antiguas competencias típicas de la sociedad industrial por las nuevas de la sociedad del conocimiento: el poder de concentración y atender, saber trabajar en equipo, descubrir nuestro elemento y controlarlo, e incorporarse al mundo multidisciplinar, al lenguaje digital y a las nuevas tecnologías».

      El poder de la empatía

      Frente a autores como Nicholas Carr, que han visto en internet una amenaza para el desarrollo intelectual que nos está convirtiendo en personas superficiales -incapaces de leer textos que pasen de 140 caracteres y entusiasmados con nuestras miles de amistades virtuales-, Punset ve en la web un gran potencial positivo: «Internet constituye un valiosísimo lenguaje nuevo. El mundo es mucho más rico cuando se cuenta por miles o millones como en internet que por unos pocos corazones empedernidos. Las redes sociales es lo que nos distingue a los humanos del resto», asegura.
      De hecho, Punset está convencido de que la sociedad digital, interconectada más que nunca en todo el planeta, puede multiplicar una capacidad afectiva fundamental del ser humano: la empatía. En su opinión, éste es el otro gran desafío educativo para el futuro: enseñar a los niños a ponerse en el lugar del otro, hasta el punto de que llegue un día «en el que nadie se cuestionará que la mejor manera de ser feliz será haciendo feliz a los demás».
      Sin embargo, resulta paradójico escuchar una visión tan optimista en un momento en el que dentro de España, ni siquiera parece existir mucho afecto o empatía entre sus propios ciudadanos, como reflejan los sentimientos nacionalistas en la tierra de Punset, donde los indepentistas sueñan con nuevas fronteras y nuevos pasaportes. Preguntado por esta cuestión, el creador de Redes contesta: «Recuerdo muy bien a mi padre, un medico catalanista, que me envió a Madrid para que aprendiera el castellano y de ahí mi amor por unos y otros. Pero es evidente que durante demasiados años se ha producido un desequilibrio entre lo que Cataluña aportaba y recibía -sin olvidar el porcentaje aceptado por los propios catalanes de aportación solidaria-. El escenario actual de insolidaridad y falta de conocimiento histórico es alarmante; la única solución previsible pasa por una negociación sincera».
      En todo caso, aunque hoy sigamos estando a años luz de esa utopíapunsetiana según la cual «nadie se cuestionará que la mejor manera de ser feliz será haciendo feliz a los demás», el autor deViaje a la vida mantiene que «sin lugar a dudas cualquier tiempo pasado siempre fue peor; a pesar de todos los pesares, nunca hubo un momento de mayor optimismo y más fundamentado que el actual».

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