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21 de octubre de 2014

¿De dónde procede el recelo histórico contra los judíos?

Su resistencia a asimilar otras culturas y el carácter monoteísta de su religión provocó la hostilidad de algunos pueblos de la Antigüedad. La llegada de la Edad Media convirtió a los hebreos en los cabezas de turco de todos los problemas sociales

¿De dónde procede el recelo histórico contra los judíos?
WIKIPEDIA
Cuadro que representa el asedio y destrucción de Jerusalén por el futuro emperador Tito
El carácter monoteísta de la religión judía granjeó a su población la enemistad de muchos pueblos de la Antigüedad. Era, en esencia, el miedo a lo distinto en un mundo poblado por religiones politeístas. La aparición del Cristianismo, que también cree en un solo dios, significó un punto de inflexión para los hebreos, pero a peor. La Iglesia presentó a los judíos como los responsables de asesinar al verdadero Mesías y los usaron como cabezas de turcos de todos los males durante la Edad Media. Esta disposición histórica fue recuperada con la eclosión del nacionalismo en el siglo XIX y llevada a su máxima expresión por el Régimen Nazi.
«Los judíos han elevado su odio a la humanidad al nivel de una tradición», escribió el griego Diodoro Sículo en su «Biblioteca histórica» del siglo I antes de Cristo. La agresiva respuesta de los israelitas («Hijos de Israel») al proceso de helenización iniciado en tiempos de Alejandro Magno les ganó el prejuicio de pueblo «ultranacionalista». En el año 168 antes de Cristo, Antíoco IV de Siria, de la dinastía Seléucida, (descendiente de uno de los generales de Alejandro Magno) asaltó Jerusalén e impuso el culto a Zeus entre la población. Esta medida levantó una revuelta dirigida por el clan de los Macabeos, que se mostraron muy violentos con los enemigos capturados. Desde entonces, se encendió el recelo contra los judíos por todas las regiones de influencia griega.
La llegada de los romanos a Judea no mejoró la percepción que se tenía de los judíos en el exterior. Los romanos veían en el monoteísmo judío una forma de rebelión política, y consideraban que sus costumbres, como la prohibición de comer carne de cerdo o la circuncisión, eran propias de bárbaros. La incomprensión mutua, tampoco los hebreos toleraban las tradiciones romanas, dio lugar a numerosos episodios bélicos durante toda la dominación romana. La aparición del Cristianismo empeoró la situación, puesto que los primeros padres de la Iglesia presentaron el Judaísmo como una «secta» que había asesinado al auténtico Mesías.
En consecuencia, la Edad Media fue un periodo terrible para los judíos europeos. Las autoridades emplearon los ataques contra la población hebrea a modo de válvula de escape de los problemas sociales. Las falsas acusaciones de que los hebreos profanaban hostias sagradas y perpetraban asesinatos rituales, sobre todo en niños, fueron usadas para justificar el asalto a las juderías. A causa de esta persecución, que les prohibía en la mayoría de ciudades ejercer como soldados, agricultores o abogados y casarse con cristianos, los judíos se vieron obligados a dedicarse a profesiones que, como los prestamistas o los recaudadores, aumentaron los prejuicios contra ellos. Cabe mencionar que la usura, el cobro de intereses en un préstamo, estaba mal visto moralmente entre los cristianos. Y en no pocas ocasiones, los deudores cristianos aprovechaban un estallido de violencia religiosa para asesinar a sus acreedores.

El odio racial desplaza al religioso

A partir del siglo XV, la hostilidad hacia los hebreos vivió un importante repunte. La expulsión de los judíos de España y Portugal trasladó la migración al norte de Europa, donde la revolución religiosa iniciada porMartín Lutero los situó entre dos fuegos. Tras un intento fallido de atraerlos a su causa, Lutero propuso su expulsión y la quema de sus sinagogas por todo el norte de Europa. Además, el reformador escribió el que está considerado como el primer texto antisemitista moderno, «Contra los judíos y sus mentiras».
No obstante, el nacimiento del antisemitismo como corriente de pensamiento surgió más tarde, en el siglo XIX, íntimamente ligada a la eclosión de los nacionalismos. Cuando los judíos por fin consiguieron la igualdad legal en la Europa occidental –en Rusia y otros países de su entorno la persecución seguía siendo incesante–, su entrada en la esfera pública les costó un nuevo tipo de aversión de carácter político. Ahora,el odio no era religioso sino por el éxito económico y político.
«El judaísmo equivale a una gota de sangre ajena con gran poder de destrucción en el cuerpo germano», escribió a finales del siglo XIX el teólogo alemán Adolf Stocker. Una corriente de opinión extendida por toda Europa, algo menos en el caso de España y de Gran Bretaña, que culpaba a los judíos de todos los problemas económicos. La población, en efecto, percibía que los hebreos monopolizaban profesiones como profesores, médicos o abogados. No en vano, la mayoría de judíos residían en zonas urbanas y siglos de marginación habían convertido la educación en su única arma disponible para progresar socialmente.
En paralelo al surgimiento del movimiento Sionismo de la mano deTheodor Herzl y del acoso a los judíos en la Rusia comunista, Adolf Hitler hizo del antisemitismo la bandera de su proyecto político. El Régimen Nazi responsabilizó a los hebreos de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial e inició una salvaje campaña que tuvo su punto álgido en la Noche de los Cristales Rotos, en 1938. Esa noche se quemaron 267 sinagogas, se saquearon cerca de 7.500 comercios judíos, se detuvieron a 20.000 alemanes de origen hebreo y se impuso una gran multa a esta comunidad para «compensar los daños».
Era el germen de la denominada por los nazis como «Solución final»: el intento de exterminar a la totalidad de la población de esta religión en Europa. A cargo de su planificación, organización administrativa y supervisión estuvo Heinrich Himmler y se calcula que cerca de seis millones de judíos murieron durante uno de los mayores genocidios en la historia de la humanidad. El antisemitismo llevado a su máxima expresión.
Fuente

20 de octubre de 2014

El divulgador científico publica 'El viaje a la vida',




  • Lea un capítulo del nuevo libro de Punset, en exclusiva para los lectores de EL MUNDO








    • ENTREVISTA Eduardo Punset

      'Cualquier tiempo pasado fue peor'

      • El divulgador científico publica 'El viaje a la vida', un ensayo que reivindica la libertad individual y el potencial revolucionario de la ciencia frente a los dogmas y el poder del Estado

      El divulgador científico Eduardo Punset.
      El divulgador científico Eduardo Punset. JOSÉ AYMÁ

      «Conocer de dónde venimos es crucial para saber hacia dónde vamos». Eduardo Punset (Barcelona, 1936) sigue volcado en la tarea de promover el conocimiento científico como la única brújula capaz de orientarnos en el laberinto del siglo XXI. Desde que a principios de este año finalizó su larga etapa televisiva tras la última emisión de su mítica serie Redes, ahora viaja mucho menos (en el sentido literal del término). Sin embargo, su cerebro no ha dejado en ningún momento de explorar las últimas investigaciones en los terrenos de la neurociencia, la genética y otras disciplinas que intentan dar respuesta a la gran pregunta que siempre le ha obsesionado: «¿qué nos pasa por dentro?». Si en sus anteriores libros, el divulgador español más popular viajó a la felicidad, al amor, al optimismo y al poder de la mente, ahora Punset invita a su legión de seguidores (más de un millon en Facebook y 600.000 en Twitter), a acompañarle en su nuevo Viaje a la vida (ed. Destino), que llega esta semana a las librerías.
      El subtítulo de este ensayo, Más intuición y menos Estado, recuerda al famoso superventas Más Platón y menos Prozac, en el que Lou Marinoff defendía el poder de la sabiduría filosófica para afrontar el estrés, la ansiedad y la depresión rampante en nuestra sociedad. Pero Punset ni es filósofo ni en este nuevo libro ofrece nuevas recetas de autoayuda psicológica.De hecho, Viaje a la vida es una obra con un mensaje mucho más político que sus anteriores ensayos, en el que defiende un «anarquismo libertario» basado en lo que para él es un hecho científicamente demostrado: «la intuición es más válida que la razón como fuente de conocimiento».
      Punset afirma que «basta ver lo que dicen los jóvenes en las plazas y en sus móviles» para constatar que «la manada ha abandonado toda esperanza de que el Estado pueda actuar como vehículo de la reforma social». Pero esto no le parece preocupante, sino todo lo contrario: lo considera un gran avance hacia un mundo mejor, donde reine la innovación y la creatividad de ciudadanos libres frente al dogma paralizante de los burócratas.
      «Se trata de reincorporar las pautas sobre las que cimentar las libertades individuales», explica Punset en un diálogo exclusivo con ELMUNDO. «Es la quintaesencia del poder anarquista, liberal y libertario: estamos agobiados por los abusos del Estado y de la razón. Gabriel García Márquez dijo: 'Desde que yo soy yo, en las ciudades no nos matan a tiros, sino con decretos'. En l865, Bakunin predijo un siglo antes de mayo del 68 que uno de los factores de la revolución social sería la adopción de la causa del pueblo por la juventud. Se trata de maximizar los derechos individuales y minimizar el rol del Estado».

      En defensa del 'anarquismo libertario'

      A más de uno, el «anarquismo libertario» de Punset probablemente le ponga los pelos como escarpias. Pero cuando se le pregunta si teme que algunos le tilden de subversivo por los planteamientos que defiende en este libro, asegura que a él lo único que le hace temblar es «que el Estado siga carcomiento a la sociedad civil».
      Para defender su postura, Punset recuerda épocas pasadas en la historia de la Humanidad: «El agobio de las redes estatales ejercido durante unos pocos siglos ha hecho que nos olvidemos de los milenios en que nuestros antecesores lograron vivir sin el alambicado y forzoso Estado. Hace mil años, la mayoría de la gente vivia sin estructuras estatales o en situaciones de soberanía fragmentada; evitar el Estado constituía una verdadera opción atractiva por su igualitarismo, su estructura social flexible, su heterodoxia religiosa o su movilidad física». Pero ahora, el creador de Redes tiene la esperanza de que los nuevos «libertarios», movilizados con las poderosas herramientas de las nuevas tecnologías, «hagan realidad el viejo sueño de la libertad absoluta» y eliminen progresivamente «el peso del Estado».
      Frente a todos los que creen que la actual crisis económica o los constantes escándalos de corrupción son los síntomas de un mundo occidental podrido, en estado de descomposición, Punset mantiene su optimismo en el potencial de los descubrimientos científicos para impulsar el verdadero progreso de nuestra sociedad. «Hoy sabemos que la esperanza de vida aumenta dos años y medio cada década, por primera vez en la historia de la especie humana. El descubrimiento de la plasticidad cerebral ha conferido al cerebro un poder de inventiva y conocimiento jamás igualado en el pasado. Hemos descubierto, además, cuándo es más útil y productivo investigar todo esto: en la infancia, antes de los diez años», asegura.
      Y es que para Punset, la «esperanza de un cambio» está ante todo en la educación, pero en una educación que tenga en cuenta todo lo que está descubriendo la investigación científica sobre el cerebro humano.

      La plasticidad del cerebro humano

      Viaje a la vida reivindica, por ejemplo, la extraordinaria capacidad que tiene el ser humano para moldear e «incidir en sus estructuras básicas, como es el caso de la genética», frente a los que siguen creyendo que nacemos con una naturaleza inalterable. Para ilustrarlo, Punset cita un famoso estudio de la neurocientífica Eleanor Maguire, del University College de Londres, quien realizó una serie de experimentos con los taxistas de esta ciudad, y constató que su hipocampo (la región cerebral que donde se encuentra el GPS interno que nos permite orientarnos) «aumentaba de tamaño tras muchas horas de conducción por el endiablado entramado urbano de la capital británica». Punset considera que esta y otras investigaciones que han desvelado la impresionante plasticidad del cerebro humano demuestran hasta qué punto la educación y las experiencias formativas de cada ser humano pueden moldear sus habilidades intelectuales, su creatividad o la capacidad para gestionar sus emociones.
      Al mismo tiempo, Punset recuerda en su libro que el cerebro humano no es siempre igual de moldeable a lo largo de la vida, y que existe una «ventana de tiempo» crucial que hay que aprovechar durante los primeros años de un individuo. «Todos los experimentos realizados con menores confirman la utilidad de aplicar cánones educativos y de conducta adecuados, siempre y cuando se haga antes de la adolescencia», explica. «Se ha comprobado que no hay mejor forma que ésa para incidir en el comportamiento futuro de los estudiantes, que lo bueno o malo que aportemos al desarrollo de sus capacidades y su gestión emocional en esa etapa de sus vidas tendrá consecuencias definitivas cuando sean adultos».
      ¿Y cuáles son las capacidades fundamentales que, según Punset, se deben estimular y fomentar en los jóvenes para avanzar hacia la sociedad de individuos libres que él reivindica? «Por encima de todo, debemos aceptar que las competencias necesarias para que la juventud encuentre trabajo implica sustituir las antiguas competencias típicas de la sociedad industrial por las nuevas de la sociedad del conocimiento: el poder de concentración y atender, saber trabajar en equipo, descubrir nuestro elemento y controlarlo, e incorporarse al mundo multidisciplinar, al lenguaje digital y a las nuevas tecnologías».

      El poder de la empatía

      Frente a autores como Nicholas Carr, que han visto en internet una amenaza para el desarrollo intelectual que nos está convirtiendo en personas superficiales -incapaces de leer textos que pasen de 140 caracteres y entusiasmados con nuestras miles de amistades virtuales-, Punset ve en la web un gran potencial positivo: «Internet constituye un valiosísimo lenguaje nuevo. El mundo es mucho más rico cuando se cuenta por miles o millones como en internet que por unos pocos corazones empedernidos. Las redes sociales es lo que nos distingue a los humanos del resto», asegura.
      De hecho, Punset está convencido de que la sociedad digital, interconectada más que nunca en todo el planeta, puede multiplicar una capacidad afectiva fundamental del ser humano: la empatía. En su opinión, éste es el otro gran desafío educativo para el futuro: enseñar a los niños a ponerse en el lugar del otro, hasta el punto de que llegue un día «en el que nadie se cuestionará que la mejor manera de ser feliz será haciendo feliz a los demás».
      Sin embargo, resulta paradójico escuchar una visión tan optimista en un momento en el que dentro de España, ni siquiera parece existir mucho afecto o empatía entre sus propios ciudadanos, como reflejan los sentimientos nacionalistas en la tierra de Punset, donde los indepentistas sueñan con nuevas fronteras y nuevos pasaportes. Preguntado por esta cuestión, el creador de Redes contesta: «Recuerdo muy bien a mi padre, un medico catalanista, que me envió a Madrid para que aprendiera el castellano y de ahí mi amor por unos y otros. Pero es evidente que durante demasiados años se ha producido un desequilibrio entre lo que Cataluña aportaba y recibía -sin olvidar el porcentaje aceptado por los propios catalanes de aportación solidaria-. El escenario actual de insolidaridad y falta de conocimiento histórico es alarmante; la única solución previsible pasa por una negociación sincera».
      En todo caso, aunque hoy sigamos estando a años luz de esa utopíapunsetiana según la cual «nadie se cuestionará que la mejor manera de ser feliz será haciendo feliz a los demás», el autor deViaje a la vida mantiene que «sin lugar a dudas cualquier tiempo pasado siempre fue peor; a pesar de todos los pesares, nunca hubo un momento de mayor optimismo y más fundamentado que el actual».

      19 de octubre de 2014



      - Novela negra

      Un inspector de homicidios novato se debate en el desorden de una ciudad de Europa oriental después de la Segunda Guerra Mundial. Estamos en 1948, tres años después de que los rusos «liberaran» el país de laocupación alemana. Pero los ideales revolucionarios ya son sólo recuerdos. El inspector de la Milicia Popular Emil Brod, de veintidós años, tiene al fi n la oportunidad de servir a su país, investigando asesinatos. La primera víctima es un autor de canciones, pero los hechos apuntan un motivo político. Emil quiere investigar más, pero sus compañeros de Homicidios recelan y guardan silencio. El joven inspector se encuentra solo en este mundo nuevo y peligroso.

      «Un libro sensacional y único sobre la vida y el crimen en un país satélite de Rusia.»Los Angeles Times
      «Una prosa clara y simple, que reluce con autenticidad y retrata excepcionalmente el espíritu de la Europa del este…Apasionante.» The Chicago Tribune

      Steinhauer, Olen - El  puente de los suspiros  - Novela negra Un inspector de homicidios novato se debate en el desorden de una ciudad de Europa oriental después de la Segunda Guerra Mundial. Estamos en 1948, tres años después de que los rusos «liberaran» el país de laocupación alemana. Pero los ideales revolucionarios ya son sólo recuerdos. El inspector de la Milicia Popular Emil Brod, de veintidós años, tiene al fi n la oportunidad de servir a su país, investigando asesinatos. La primera víctima es un autor de canciones, pero los hechos apuntan un motivo político. Emil quiere investigar más, pero sus compañeros de Homicidios recelan y guardan silencio. El joven inspector se encuentra solo en este mundo nuevo y peligroso. «Un libro sensacional y único sobre la vida y el crimen en un país satélite de Rusia.»Los Angeles Times «Una prosa clara y simple, que reluce con autenticidad y retrata excepcionalmente el espíritu de la Europa del este…Apasionante.» The Chicago Tribune

      16 de octubre de 2014

      Libro completo "EL ACOSO MORAL.El maltrato psicológico en la vida cotidiana"Autora: Marie-France Hirigoyen




      Descripción: Imagen


      La posibilidad de destruir a alguien sólo con palabras, miradas o insinuaciones es lo que se llama «violencia perversa» o «acoso moral». En este libro, que se alimenta de numerosos testimonios, la autora analiza la especificidad de la relación perversa y nos previene contra cualquier intento de trivialización. Y no sólo eso, sino que también analiza el mecanismo de funcionamiento de ese proceso en la pareja, la familia y la empresa: una especie de espiral depresiva, cuando no suicida, que arrastra irrevocablemente a las víctimas en su caída mortal.
      Leer online click acá: