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La Nostalgia del Pasado

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26 de enero de 2022

La Nostalgia del Pasado 10

 

Capitulo 10 

 

UN MERECIDO HOMENAJE

 

 

La generación de “oír, ver y callar”. Las niñas que se transformaron en madres heroicas. La abuela esclava. Los niños y la generación del pluriempleo. El profundo cambio de costumbres. La ola de erotismo. La adaptación de nuestra mentalidad. Los hijos emancipados y su dependencia. La generación de la regañina. Nuestra historia destrozada. La identidad personal. El adulto y el niño.

 

Nosotros, los niños y niñas de la posguerra civil nos hemos criado dentro de una sociedad hambrienta, dormida y silenciosa, donde solamente podíamos seguir las órdenes de “oír, ver y callar” frente a los adultos y cuya mayor diversión eran los juegos en plena calle, que suplían la drástica carencia de los necesarios juguetes.

 

Nuestra generación, protagonista de estos relatos durante su etapa de la niñez, ha tenido posteriormente a lo largo de su pubertad, juventud, madurez y vejez una serie de vivencias y cambios sociales que ninguna otra ha soportado.

 

Las niñas, en una amplia mayoría, han sido preparadas para ser esposas y madres y eso lo han cumplido con pleno acatamiento. Su gran capacidad de trabajo y sacrificio fue la base fundamental para la realización de todos los planes de desarrollo desde los años 60 hasta el día de hoy, pero en pocas ocasiones se les ha reconocido este mérito.

 

Ellas han sido madres ejemplares y han tenido la grandeza de cambiar el tipo de educación de sus hijas para que éstas tuviesen más oportunidades que ellas, procurando que no abandonasen sus estudios, vigilando celosamente su formación y que su porvenir fuese otro que el de buscar un buen marido, tal como a ellas les inculcaron desde pequeñas.

 

Todo ello fue alcanzado gracias a la generosidad y privaciones de esta magnífica generación de mujeres, que se merece algo más que este modesto homenaje y que fueron artífices de una verdadera revolución doméstica.

 

Con la incorporación de las mujeres al mundo laboral, el papel de estas madres, actuales abuelas, ha pasado a ser la clave en la crianza y la vida de sus hijas. En este momento más del 25% de las mujeres mayores de 65 años ayudan a cuidar a sus nietos a diario y para mayor trabajo realizan también casi todas las tareas de su hogar. Estas verdaderas heroínas son propensas a enfermar, con tantas ocupaciones simultáneas, adquiriendo el “síndrome de la abuela esclava”, nunca mejor descrita una dolencia con tan pocas palabras.

 

¿Y qué decimos de los niños? También ellos tienen méritos acumulados, pues constituye el honor de ser la generación creadora del “pluriempleo”. Con el fin de lograr que la familia, dependiente económicamente del padre, por imperativo de la época, tuviese lo mejor que para ella deseaban, buscabaron todo tipo de ocupaciones para lograr que las pesetas necesarias llegasen al hogar. Para ello no dudaron en privarse de muchos caprichos, soportando estoicamente bastantes necesidades personales y al final ha venido una compensación moral al comprobar lo mucho que ha servido este generoso esfuerzo.

 

La pareja así formada, casados por la Santa Madre Iglesia como estaba mandado, fue el soporte de la economía nacional. Juntos criaron y educaron a nuestros hijos, rodeándoles de todas las comodidades y pequeños lujos de los que ellos carecieron y les fueron siempre inalcanzables. Tal vez se excedieron en ello pero esto es ni más ni menos el rebote lógico del menos al más, es la oscilación del péndulo, desde la escasez a la abundancia.

 

Con tanto cambio a su alrededor han tenido que adaptarse a la modificación de unas costumbres, firmemente arraigadas, que hicieron tambalearse sus anticuados y severos criterios morales. Recuerdo a un amigo que me comentaba al respecto: “hay una ola de erotismo enorme...pero a mí me ha pillado sin saber nadar”.

 

Nuestros hijos disfrutaron, gracias a nuestra comprensión y adaptación, una serie de libertades que nunca nos pudimos imaginar para nosotros cuando todavía éramos jóvenes y esto es otra variación asimilada por nuestra generación.

 

Como ejemplo de estas libertades y del cambio de mentalidad tenemos la actual situación familiar, en la que todavía hay un 20% de nuestros veteranos abuelos que tienen en sus casas a un hijo mayor de 30 años, totalmente apalancado en el hogar paterno. Esto no se debe a la carestía de la vivienda ¡ faltaba más !. El verdadero motivo es la liberalidad con que son tratados en sus casas y éste es el gran mérito de esta generación nuestra.

 

Para colmo los hijos emancipados, al hacernos abuelos, precisan a su vez de nuestro apoyo; los abuelos, tal como hemos citado, salen de nuevo a la palestra para cuidar los nuevos meones de la familia e invitan a sus hijos a comer los fines de semana y estos acuden encantados y provistos de recipientes para llevárselos llenos con los inimitables guisos caseros de su madre, un tipo de cocina que desaparecerá a la vez que sus realizadoras.

 

Es también frecuente ver a los abuelos, hombres me refiero, carretar cochecitos con nieto, hacer la compra, ser auxiliar de cocina...¿qué más cambio se puede pedir? Pese a ello siguen gozosos con estas tareas y con la sonrisa muchas veces resignada ante tanta entrega continuada.

 

Un ejemplo característico de la docilidad y aguante de nuestra generación fue una tira cómica publicada en una revista hace ya varios años y en la que se observaba a una niña y a un niño soportando resignadamente las regañinas de sus padres y de sus maestros, después continuaba con unos jóvenes con similar postura ante los dictados de sus profesores, jefes y de los mismos padres. Finalmente se les ve ya mayores aguantando los dictados de sus hijos. ¡ Toda una secuencia de los niños sufridores y callados desde 1940 a 2007 !.

 

Una nación se manifiesta y engrandece a lo largo de los siglos de existencia por su historia, que se verifica y demuestra con sus monumentos, edificios y restos arqueológicos que hacen a ésta fuerte en el presente, al mantener sus raíces profundas e intactas. En nuestro caso podemos decir que en la mayor parte nos hemos quedado sin historia. En efecto, cuando en los años presentes intentamos rememorar los testigos sólidos de nuestra infancia, nos encontramos con que no existen. Los prados, casas, calles y lugares de nuestra infancia han desaparecido y en su lugar se alzan nuevas urbanizaciones que todo lo modifican, perturban y destruyen.

 

Por esta desaparición de nuestro hábitat infantil, nuestros recuerdos se refugian en un estado imaginario que en el presente no existe, lo que motiva un considerable aumento de la nostalgia, que idealiza aún más nuestro reciente pasado y crea el “rincón mágico” descrito anteriormente.

 

Con una niñez tan interesante vivida y fraguada en tantas carencias, hemos crecido y desarrollado con una identidad personal muy acentuada, fuertes frente a las adversidades y en capacidad de sacrificio. Lo que más vale en nuestra existencia es aquello que puedes atesorar en tu interior a lo largo de ella y creo poder afirmar que las experiencias de nuestra infancia han servido para entroncar en nuestra vida  unas raíces con el pasado muy difíciles de eliminar, cumpliéndose así en cada uno de nosotros el famoso dicho de Simone de Beauvoir: “¿Qué es un adulto? Un niño inflado por la edad”.

 

Finaliza esta evocación con una cita del entrañable Antonio Mercero, quien con mucho acierto cambia el sentido de la conocida inscripción final de “R.I.P” por la magnífica equivalencia a Recordando la Infancia Perdida, que es lo que hemos intentado hacer a lo largo de estos relatos.

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