kirwi

Publicaciones de Paya Frank en Amazon

freelancer

PF

La Nostalgia del Pasado

LG

Buscador

1

7 de junio de 2018

Esta semana repasamos las mejores novelas negras de todos los tiempos


 
Librotea

 
facebook_icotwitter_icomail_ico

 

 
EMPEZAMOS EL MES DE JUNIO CON FUERZA Y MUCHAS GANAS DE LEER
 
Esta semana repasamos las mejores novelas negras de todos los tiempos, una estantería ideal para preparar las lecturas de verano. Además, te recomendamos 6 libros para leer este mes, J.M. Mulet analiza las que, a su juicio, son las mejores obras de divulgación científica e Ignacio Martínez de Pisón te cuenta qué libros se esconden tras su última novela. Cerramos con 40 títulos imprescindibles que deberías leer ya.
 

 
ESTANTERÍA DESTACADA
 
Novela negra
 

 
ESTANTERÍAS DE LA SEMANA
 

 
EL LIBRO MÁS VISITADO DE LA SEMANA
 

5 de junio de 2018

Pedro Baños .- Así se domina el Mundo

                               Resultado de imagen de imagenes de Asi se domina el mundo

Reseña del Libro:

Sobre el autor

Pedro Baños (Leó,1960) Coronel del Ejército de Tierra en la reserva.
Ex-jefe de Contrainteligencia y seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo,
ha participado en misiones en Bosnia-Herzegovina y es uno de los mayores
especialistas españoles en geoestrategia.

Sobre el Libro

Síntesis 

La tecnología puede evolucionar,pero en geopolítica hay principios inmutables.Por ejemplo,cuando resulta rentable,muchos estados están dispuestos a traspasar los límites de la legalidad internacional.
Este libro es una herramienta única para comprender los entresijos de las relaciones entre países y cómo estas se presentan -de forma interesada- a la opinión pública.Nos muestra cómo nos manipulan mediante la propaganda,desinformación y falsedad en noticias, opiniones en las redes sociales según la ideología política o intereses partidistas.

Y si el poder no consigue nuestro apoyo,siempre puede contar con nuestra pasividad o mirar hacia otro lado como ciudadanos.
Las amenazas existen,pero no son las que nos han contado los medios.Nadie lo había explicado con tanta claridad.Esta es,en definitiva,la obra de un experto que no teme llamar a las cosas por su nombre, a través de ejemplos y afirmaciones contundentes:"No hay nada más hipócrita y cruel que la política internacional,pues todo lo que en ella se gesta y realiza está basado exclusivamente en los intereses de cada país.Los cuales son siempre efímeros y cambiantes".

PERRO AZUL .- Luisa Axpe



"No abras esa puerta", dijo: "El corredor está lleno de sueños difíciles."
Gabriel García Márquez
Ojos de perro azul

Estaba segura de haber visto bien cuando arrojaron por la ventana al perro azul.
Fue así: ella se había acostado sobre el lado derecho, frente al balcón, y era cerca del mediodía. Tenía los pensamientos algodonosos por las pastillas que había tomado la noche anterior, pero estaba bien despierta. Si no se levantaba a correr la cortina sobre ese rayo de Sol que le hería el ojo, era sólo por pereza. Entonces, seguía acostada de ese lado, con la cabeza apoyada sobre el antebrazo. Los sonidos, confusos, diciéndole cosas que ella no deseaba oír; el reloj, mudo porque hacía una semana que no le daba cuerda.
Fue así: sin mover mucho la cabeza podía ver las tres ventanas del edificio de enfrente, a la altura de su piso. Pero eso no era nada, porque todos los días veía lo mismo, cuando se acostaba de ese lado. El calor de la cara ya empezaba a humedecerle el brazo, y algunas gotas dibujaron manchitas obscuras en la sábana cuando levantó la cabeza para ver mejor, porque ya habían tirado al perro azul. Pobre perro azul.

Le subieron del vientre unos ruidos líquidos, y recordó que lo último que había comido era un pedazo de pastel que tal vez estaba rancio, porque sus entrañas lo combatían con espasmos lánguidos y penosos. Sin embargo, ella podía comer cualquier cosa; era invulnerable. Se lo habían dicho bien claro, muchas veces; por la noche, antes que el sueño llegara, entre el último sorbo de agua para tragar la pastilla y las figuras de vidrio que se ponían a dar vueltas por toda la habitación antes de desaparecer en un túnel obscuro que succionaba todas las cosas vivas. Era única e indestructible, le decían entre sonidos de cémbalo.

Los dolores de vientre ya pasarían, cuando todos los segmentos exactamente iguales en que se dividía su intestino, y aun todos sus órganos, volvieran a juntarse y a formarla. Se separaban para pensar. Todo su cuerpo pensaba. Por eso pudo ver al perro: no cualquiera hubiera podido.

Fue así: no supo que se estaba levantando, que iba hacia la ventana pisando con firmeza la alfombra, aunque estaba segura de que hubiera podido ir flotando. El perro azul no había terminado de caer; y eso que hacía ya un rato que lo habían arrojado. Lo miró bien, y se dio cuenta de que le habían crecido unas alas membranosas y delgadas, casi transparentes. Ahora volaba entre las copas de los árboles, sin decidirse a bajar. Tal vez se quedara a vivir en una de ellas. Hacía bien; nada de casas de familia, nada de amos crueles y desagradecidos. Pobre perro. Por eso le habían crecido alas. Era la única manera de seguir. Por eso era azul, también. Quién sabe de qué color habría sido antes. Ahora sería siempre azul, y alado. Ojalá nadie lo encontrase, ojalá supiese buscar un refugio y ponerse a salvo.

Ella se escondía todas las noches en el túnel obscuro. Entonces veía las figuras de vidrio, que le hacían unas señas a veces incomprensibles, a veces inconfundibles. Cuando las entendía se asustaba mucho; se sentaba con las piernas encogidas y se chupaba el pulgar con fuerza, hasta que las figuras se evaporaban y desaparecían. Se quedaba tanto tiempo así que le dolían las rodillas; cuando dejaban de dolerle era porque se había dormido.

El perro azul seguía volando, sin llegar al suelo. Daba vueltas en espiral, subía, bajaba; parecía estar aprendiendo. Tuvo ganas de gritarle: tanto se mostraba que al final lo verían todos, y eso no era bueno cuando se tenía un par de alas tan azules y hermosas. Quiso decirle que escondiera esas alas y ese color azul, pero el muy tonto no se daba cuenta, creía que podía usar el mundo como un espejo. Y a ella sólo le salía un graznido que se mezclaba con los sonidos de las palabras "ala" y "azul". Pobre tonto. No se daba cuenta de que, cuando llegase abajo, todos lo descubrirían; y entonces se pondrían a mirarlo, y esperarían tal vez que él dijera cosas, y hasta le harían preguntas. Y lo que es peor, tratarían de encerrarlo. Y al pobre tonto, al pobre perro azul, se le caerían las alas, y ya no sería más azul. Y entonces, tarde o temprano, volverían a arrojarlo por la ventana.
Cuando sonó el teléfono se dio cuenta de que hacía bastante tiempo que estaba sentada en el borde de la cama, mirando el desorden de la mesita de luz. Era un caos de pañuelos usados, frascos, tazas de café y, en el medio de toda la mugre, el teléfono sonando con estridencia, a punto de enmudecer. Durante el primer silencio prolongado estiró la mano y la apoyó sobre el tubo. Después de unos minutos el teléfono volvió a sonar: las vibraciones le hacían cosquillas en la palma de la mano; sin darse cuenta, levantó el tubo. De la garganta le volvieron a salir los mismos graznidos, y las palabras "azul" y "volar". Cuando calló, algunos sonidos se abrieron paso con dificultad hasta su conciencia: era una voz conocida que debía estar aquí, de este lado del teléfono, y que en cambio se ofrecía lejana, vibratoria. Sólo palabras mojadas, cantos rodados que caían porque sí, gastándose. Ella no rogaría más: sólo le salían esos ruidos afónicos que querían decir todo y nada. Con la mirada endurecida sobre su propia sombra en la pared, dejó el tubo en la mesita. La voz conocida chilló, y luego enmudeció.

Su sombra tenía la cabeza despeinada, y le faltaba el cuello, y no había manera de remediar ese estado de cosas. Pobre sombra sin cuello. Quiso recordar cuándo había tomado la última pastilla, y de qué frasco. Todo era muy difícil, especialmente pensar; sus cansados órganos se replegaban tratando de dormir, y la dejaban sola. Si pudiera, pensaría pobre perro azul que vuela para no tomar pastillas. Si pudiera, pensaría algo entero. Mientras tanto, la pastilla bajó rebotando en las paredes de la garganta, un pasadizo habitual y estrecho que llevaba a la paz obscura de sus mares interiores. En unos instantes las figuras de vidrio vendrían a recordarle que era fuerte y poderosa.

Pero esta vez fue diferente. Durante dos horas recorrió el túnel obscuro, más asustada que nunca, el pelo sudoroso pegado a la cara, las manos convulsas. Por fin se durmió. Despertó al día siguiente, bien avanzada la mañana. Le dolía tanto la cabeza que tuvo que mirarse en el espejo para saber si era suya, y se vio azul. Entonces se acordó del perro y se asomó a la ventana. Todo estaba como siempre. Apoyó el vientre en la baranda y se inclinó un poco, los brazos colgando hacia afuera como ramas desgajadas.
¿Dónde tendría las alas?

FIN

En Retoños, colección de relatos de Luisa Axpe, Ediciones Minotauro S. R. L., 1986.



Rubén Bonifaz Nuño .- Hervor de calles...

Hervor de calles; desembocadura 
de pábulos ardiendo, en la caldera 
sediciosa del mísero. 

Como hierba de gritos, como en humo 
lumbrarada de pelos espantados; 
como chubasco tupidísimo 
y turbio, en ascensión. Así llegaba. 

Y alégrate si nadie, en esta plaza, 
si nadie, de tan juntos y de tantos, 
puede caer; si nadie puede 
ser abatido; si no puede ninguno 
dejar su sitio sin morirse. 
Cada uno en el centro, 
en medio cada uno, circundados. 

Nace la gloria para ti, mi hermano; 
mi muy reverenciado, mi sin dicha, 
mi desgraciado pobre, mi vecino; 
mi, como yo, despierto. 

Mira: el sin tregua, el desterrado 
con injusticia, y el que canta, 
mi hermano de tu hermano, y el hambriento 
y la sed que aumentó de puerta en puerta; 
y vienen con nosotros el inválido, 
y el muerto a solas, y el sin nada. 

La gente de este lado, que ha salido 
de quemados olivos todo el año; 
de carnívoras cruces que alimenta 
el gran poder de la traición; de niños 
abortados surgiendo; 
de mujeres para siempre olvidadas.

Desde el cogollo del dolor, humea
a la libertad ensangrentada. 
Mira 
que fauces de león se descoyuntan; 
que ya la fiesta del alumbramiento 
aúlla y rinde frutos, 
y el profeta en su tierra, 
de innumerables bocas coronado, 
resuena, y las banderas gimen, 
y las hondas volando y empedradas. 

Y el milagro del horno y de la harina 
se acerca, y los ejércitos inmóviles 
con la resurrección, y las trompetas 
de los finales pájaros terrestres.

Pedro Garfias Entre España y México


Qué hilo tan fino, qué delgado junco
—de acero fiel— nos une y nos separa
con España presente en el recuerdo,
con México presente en la esperanza.
Repite el mar sus cóncavos azules,
repite el cielo sus tranquilas aguas
y entre el cielo y el mar ensayan vuelos
de análoga ambición, nuestras miradas.

España que perdimos, no nos pierdas;
guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva a tu costado el hueco vivo
de nuestra ausencia amarga
que un día volveremos, más veloces,
sobre la densa y poderosa espalda
de este mar, con los brazos ondeantes
y el latido del mar en la garganta.

Y tú, México libre, pueblo abierto
al ágil viento y a la luz del alba,
indios de clara estirpe, campesinos
con tierras, con simientes y con máquinas;
proletarios gigantes de anchas manos
que forjan el destino de la Patria;
pueblo libre de México:
como otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja
de generosa sangre desbordada.
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,
y para siempre, ¡oh vieja y nueva España!





Nota: Versos que, camino del exilio, 
escribiera Pedro Garfias a bordo del Sinaia